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Nutrición para prevenir y tratar la anemia ferropénica

3 de julio de 2013
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¿Qué es la anemia ferropénica?
La anemia ferropénica es la deficiencia nutricional más común y, afortunadamente, puede ser prevenida en gran medida. Su importancia radica en la gran cantidad de población de todos los países, estados sociales y edades que padece anemia ferropénica. Los más afectados son las mujeres en edad fértil, especialmente las embarazadas, y los niños. En países poco desarrollados la prevalencia de la anemia ferropénica es aún mayor.

La anemia ferropénica es un descenso de la cantidad de hemoglobina producida por la falta de hierro o por disminución de su biodisponibilidad. Por tanto, se produce cuando las pérdidas de hierro o los requerimientos del mismo superan el aporte que proporciona la dieta

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se acepta, de forma general, que existe anemia cuando un hombre adulto posee menos de 130 g/L de hemoglobina, menos de 120 g/L en mujeres y valores inferiores a 110 g/L en niños y mujeres gestantes, aunque habría que considerar la cifra habitual de hemoglobina de cada persona.

Causas de la anemia ferropénica
La cantidad de hierro en el organismo depende del balance entre las demandas fisiológicas y la cantidad ingerida de hierro. Hay determinados períodos de la vida en los que este balance es negativo y el organismo debe recurrir al hierro de depósito. Por lo tanto, durante dichas etapas una dieta con insuficiente cantidad o baja biodisponibilidad de hierro agrava el riesgo de desarrollar una anemia ferropénica.
La anemia ferropénica puede deberse a:
  • Disminución del hierro disponible, no pudiendo satisfacer los requerimientos normales. En los países pobres, la menor ingesta de hierro se debe a una dieta insuficiente. En los países socioeconómicamente desarrollados, el aporte insuficiente se produce por dietas inadecuadas, bien por ser desequilibradas o por ser insuficientes, como son algunas dietas de adelgazamiento o de vegetarianos estrictos. 
  • Elevados requerimientos de hierro, como ocurre durante los primeros años de vida, adolescencia, embarazo y lactancia. 
  • Pérdidas sanguíneas, bien por pérdidas menstruales excesivas o por hemorragias diversas, o como ocurre en el caso de tumores intestinales o uterinos, entre otros. 

Consecuencias de la anemia ferropénica
De entre todas las consecuencias que conlleva la anemia, destacan:
  • Falta de energía: sensación de cansancio, apatía, debilidad, mareos, irritabilidad, anorexia, mialgias e incluso parestesias de pies y manos, que en conjunto son manifestaciones neuromusculares.
  • Puede llegar a producirse lengua lisa y brillante, uñas quebradizas y deformes, pelo quebradizo, etc.
  • Palidez de mucosas y piel. 
  • Manifestaciones circulatorias: taquicardia, palpitaciones, etc.
  • Disnea: dificultad respiratoria, falta de aire.
  • Afectación cerebral, pudiendo llegar a afectarse la atención, la memoria y el aprendizaje. 
  • Disminución de la respuesta inmunitaria.
  • Alteraciones metabólicas hepáticas, por disminución de la síntesis en el hígado de diversas enzimas dependientes de hierro. 
  • Alteraciones hemáticas, utilizadas tanto para el diagnóstico como para evaluar la respuesta al tratamiento. Son alteraciones en los hematíes, hemoglobina, hierro sérico, etc.
Tratamiento dietético en la anemia ferropénica
El mejor tratamiento de la anemia es la prevención. Para ello, es necesaria una dieta equilibrada que aporte los requerimientos adecuados de hierro. Esto en muchas ocasiones no es posible ya sea por limitaciones económicas o por hábitos dietéticos erróneos muy frecuentes hoy día, especialmente entre adolescentes y niños, grupos de población con un alto riesgo de anemia ferropénica nutricional. Por ello, en muchos casos es necesaria no sólo la modificación de dichos hábitos dietéticos, sino también recurrir a alimentos fortificados e incluso a suplementación con hierro medicinal. 

El objetivo del tratamiento dietético para tratar la anemia ferropénica es normalizar el nivel de hemoglobina y rellenar los depósitos de hierro. 

El hierro aparece en dos formas en la dieta: hierro hemo y hierro no hemo. El hierro hemo está presente sólo en alimentos de origen animal (carne, pescado y marisco, entre los que destacan las almejas, chirlas, berberechos y similares), mientras que el hierro no hemo se encuentra en alimentos de origen animal (junto al hierro hemo) y en los de origen vegetal (legumbres, frutos secos, verduras y hortalizas, destacando las habas secas y los pistachos), en donde es la única forma existente. El hierro hemo es más fácilmente absorbible. Se estima que el hierro hemo se absorbe en un 25% aproximadamente, y entre el 1 al 5% la forma no hemo. 

Las modificaciones de la dieta incluyen:
  • Aumentar el consumo de hierro hemo. La absorción de hierro hemo no está afectada por otros componentes de la dieta, con la posible excepción del calcio. 
  • Aumentar el consumo de sustancias que favorecen la absorción del hierro no hemo: ácido ascórbico, proteínas de origen animal y ácidos orgánicos, como el succínico, cítrico, málico, láctico y tartárico. El ácido ascórbico o vitamina C lo encontramos en las naranjas, limones, pimientos, kiwis, fresones…
  • Disminuir el consumo de inhibidores de la absorción del hierro no hemo: polifenoles (té, café, chocolate, vino tinto), fitatos (presentes en los cereales integrales), oxalatos, proteínas vegetales (proteínas de la soja) y diversos minerales como el cinc, manganeso, magnesio, cobre y calcio. 
Resulta muy interesante la combinación de alimentos que faciliten la absorción de hierro con alimentos ricos en hierro. Por ejemplo, es ideal después de comer legumbres tomar como postre un zumo de naranja, o combinar las legumbres y el arroz con proteínas (carne, huevo o pescado). 

Es la composición general de una comida y las necesidades de una persona las que determinan en gran medida el grado de absorción y la cantidad de hierro liberada finalmente en el organismo. Las necesidades de la persona influyen en la absorción del hierro de forma que si estas no están cubiertas y hay carencia de hierro, la absorción aumenta con respecto a la absorción de una persona sana. El grado de absorción de hierro depende, por tanto, de la cantidad de las reservas de hierro en el organismo, de forma que individuos con anemia ferropénica son capaces de absorber entre un 20 y un 30% del hierro presente en la dieta, mientras que un individuo sin anemia sólo absorbe un 5-10% del total de hierro ingerido. Este control de la absorción es importante porque el cuerpo no elimina con facilidad el exceso de hierro una vez absorbido, por lo que absorbe sólo a medida que se necesite. 

La fortificación de los alimentos con hierro es la forma más práctica de prevenir o paliar la carencia de hierro. Su principal ventaja es que el consumo de estos productos no requiere de una conducta activa del sujeto. La harina, la sal y el azúcar son algunos alimentos que pueden estar fortificados con hierro.

También existe la posibilidad de tomar suplementos orales de hierro (sulfato ferroso). El hierro se absorbe mejor con el estómago vacío, pero muchas personas no lo toleran así y pueden necesitar tomarlo con alimentos. La leche y los antiácidos pueden interferir en la absorción del hierro y no deben tomarse simultáneamente con los suplementos del mismo. La vitamina C, en cambio, puede aumentar la absorción y es esencial en la producción de hemoglobina. El hierro intravenoso o intramuscular está disponible para pacientes que no pueden tolerar las formas orales. El hierro suplementario es necesario durante el embarazo y la lactancia, ya que el consumo normal en la dieta rara vez es suficiente para suministrar la cantidad requerida. 

Los suplementos de hierro suelen ser necesarios en el tratamiento de la anemia ferropénica. Después de 2 meses de terapia con suplementos de hierro el hematocrito debe normalizarse, pero debe continuarse la terapia por otros 6 a 12 meses para reponer las reservas corporales, almacenadas en su mayoría en la médula ósea. 

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Nutrición y cáncer: Alimentos potencialmente cancerígenos

10 de junio de 2013
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Existe una clara relación entre el cáncer y la dieta. Un cambio en la dieta puede reducir la incidencia de cáncer entre un 30% y un 40%. En general, los alimentos vegetales reducen el riesgo de cáncer.

Relación entre nutrición y cáncer
El cáncer es una patología cada vez más frecuente y a la que todavía no hemos conseguido controlar completamente, por lo que lo más importante en el caso del cáncer es la prevención y el diagnóstico precoz. Aunque las causas de cáncer pueden ser muy diversas, y todavía queda mucho por conocer, se sabe que existe cierta relación entre la dieta y el cáncer. Por un parte, los malos hábitos alimentarios y la obesidad aumentan notablemente el riesgo de cáncer. Por otra, a menudo los alimentos contienen sustancias cancerígenas que, en exceso, pueden provocar algunos tipos de cáncer. 

El riesgo de cáncer aumenta hasta diez veces con la edad, debido a que se va acumulando la exposición a factores cancerígenos y van disminuyendo las defensas. Por ello, es importante seguir una alimentación sana y equilibrada a diario. Por ejemplo, se ha encontrado relación entre la aparición de cáncer de colon y una dieta pobre en fibra, o entre el cáncer de mama y un consumo excesivo de grasas saturadas. 

Muchos alimentos contienen elementos cancerígenos, que se van acumulando en el organismo. También hay otras sustancias, que se conocen como promotores, cuya presencia ayuda al elemento cancerígeno a finalmente, producir el daño celular. También existen muchos alimentos que se consideran anticancerígenos. 

Vídeo 10 consejos para prevenir el cáncer

 

Presencia de sustancias cancerígenas en los alimentos
Los elementos cancerígenos presentes en los alimentos pueden estar en ellos de forma natural o como consecuencia de su manipulación. En algunos casos, estas sustancias cancerígenas sólo aparecen en los alimentos para mejorar el sabor, su apariencia o su duración. 

Por ejemplo, una de las sustancias cancerígenas que conocemos son los hidrocarburos aromáticos policíclicos como el benzopireno, que aparecen en el pescado y la carne cuando se preparan a la brasa o ahumados. Estos hidrocarburos aromáticos policíclicos también pueden aparecer en los alimentos debido a la contaminación ambiental de la zona donde se han cultivado. Otros elementos cancerígenos son consecuencia de la actividad industrial, como es el caso de los edulcorantes artificiales o los nitritos que se usan como aditivos alimentarios. Pero como se comentaba anteriormente, también existen sustancias cancerígenas presentes de manera natural en los alimentos, como los alcaloides de la patata o las metilxantinas del café y té. 

Principales sustancias cancerígenas habituales en los alimentos
  • Ácidos grasos saturados. Las dietas con elevado contenido en grasas saturadas se relacionan con mayor riesgo de cáncer de mama, de próstata, pulmón, de ovario, de endometrio y de colon. Los ácidos grasos poliinsaturados también se han relacionado con el cáncer de mama, colon y páncreas.
  • Nitritos, nitratos, nitrosaminas. Presentes en la carne (por ejemplo, bacon y salchichas) para darle color y sabor, y también en algunos vegetales (como conservas, salazones, encurtidos), debido a su presencia en el suelo de cultivo y en el agua de regado. No abusar de este tipo de alimentos y consumirlos junto con alimentos ricos en vitamina C, como un zumo de naranja natural, podría ayudar a contrarrestar los efectos nocivos. 
  • Hidrocarburos aromáticos policíclicos. Aparecen en carnes y pescados preparados a la brasa o ahumados (embutidos, bacon, jamones, salchichas, etc.), aunque actualmente se seleccionan las maderas para el ahumado a fin de evitar su aparición. También en el café tostado, que contiene benzopireno, un tipo de hidrocarburos aromáticos policíclicos. 
  • Metilxantinas. Presentes en el café y el té de forma natural, aunque hay mucha controversia. 
  • Acetaldehido. Presente en las bebidas alcohólicas, puede provocar cáncer de boca, esófago y pulmón. 

    Estos datos se deberían tenerse en cuenta, para no abusar de estos alimentos, aunque no hace falta restringirlos totalmente de la dieta. Se recomienda moderar el consumo de alimentos cancerígenos, y consumirlos junto con alimentos anticancerígenos, como los alimentos ricos en vitamina C o en licopenos, presentes en el tomate, para contrarrestar el efecto nocivo de unos alimentos con ot
    ros. 

    Vídeo Alimentos anticancerígenos




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    Osteoporosis: nutrición y salud ósea

    3 de junio de 2013

    La osteoporosis es una enfermedad en la que los huesos se vuelven menos compactos, más frágiles. La dieta juega un papel importante en la aparición y progreso de la osteoporosis. Es importante controlar el aporte de calcio, vitamina D y fósforo para mantener la salud ósea. 

    ¿Qué es la osteoporosis? ¿Qué causa la osteoporosis?
    La osteoporosis es una enfermedad en la que los huesos se vuelven menos compactos, más frágiles, y se pueden romper de manera espontánea o tras pequeños golpes. La principal consecuencia de la osteoporosis es la fractura del hueso, sobre todo de cadera, vértebras y muñeca. Es una enfermedad muy frecuente. La osteoporosis afecta a una de cada 4 mujeres y a uno de cada 8 varones a partir de los 50 años. Esta incidencia aumenta de forma muy significativa en las mujeres después de la menopausia, en cambio en varones lo hace de forma más progresiva.

    Aunque cualquier persona puede desarrollar esta enfermedad, es más probable que la padezcan personas con algún factor de riesgo de la enfermedad:
    • Antecedentes familiares de osteoporosis.
    • Bajo consumo de calcio. 
    • Baja actividad física, ya sea por vida muy sedentaria o por enfermedad.
    • Mujeres, sobre todo después de la menopausia. 
    • Personas mayores. 
    • Tratamiento largo con cortisona o sus derivados, antiepilépticos u hormonas tiroideas.
    • Fumar, consumir alcohol o café en exceso. 
    Cuantos más factores de riesgo tenga una persona, mayor es la probabilidad de sufrir osteoporosis. Como la osteoporosis es una enfermedad que no ocasiona ningún síntoma hasta que se produce una fractura, si se sospecha porque se tienen uno o varios de los factores de riesgo expuestos, es conveniente que un médico valore la situación y decida qué medidas hay que tomar. En la actualidad, se dispone de una técnica llamada densitometría, que mide con precisión la masa ósea y permite hacer un diagnóstico precoz de la enfermedad.

    ¿Se puede prevenir la osteoporosis?
    Algunos de los factores de riesgo no se pueden modificar, como la edad o el sexo. Sin embargo, una dieta rica en calcio, una actividad física adecuada y el abandono del hábito de fumar y beber alcohol y café en exceso pueden ayudar a prevenir la enfermedad.

    Estos son los factores de riesgo que se pueden modificar:
    • Llevar una dieta equilibrada, para mantener un peso corporal adecuado y conseguir el aporte de nutrientes necesario. Ademas, evitar el consumo de café, alcohol y tabaco. 
    • Hacer deporte de forma regular, y siempre bajo prescripción médica si fuera necesario. 
    • Acudir al médico si se tiene alguna sospecha de padecer osteoporosis y realizar los controles necesarios. 
    • Exponerse al sol de forma controlada y segura, para facilitar la síntesis de vitamina D. 
    • Cuidar los movimientos durante las actividades cotidianas: levantarse y acostarse correctamente de la cama, levantar objetos pesados con la postura adecuada, etc. 
    • Prevenir fracturas, evitando tener obstáculos en casa que puedan provocar una caída, buena iluminación, zapatos con suelas antideslizantes, pasamanos en las escaleras, etc. 

    Nutrición y osteoporosis
    Es recomendable seguir una dieta equilibrada, con un aporte calórico adecuado que permita mantener un peso corporal óptimo. Además, se deberán tener en cuenta las siguientes recomendaciones nutricionales específicas para la enfermedad de osteoporosis:
    • Consumo adecuado de calcioEl calcio fortalece la masa ósea. Es imprescindible asegurar el aporte de calcio necesario, unos 1200 mg/día en mujeres y 1400 g/día en hombres, ya que si no se ingiere la cantidad suficiente el organismo se ve obligado a extraerlo de los huesos. Con ello, los huesos se debilitan, lo que favorece la osteoporosis. También es importante no exceder el límite superior tolerable de 2500 mg/día, ya que cuando se alcanza el umbral de calcio de la persona, una mayor ingesta no conlleva mayores valores de retención. El calcio se encuentra en alimentos lácteos (consumir preferentemente lácteos desnatados o semidesnatados), col, brócoli, sardina, soja y nabo. Aunque en algunas ocasiones los suplementos de calcio pueden ser útiles, el mejor aporte de calcio es el obtenido a través de los alimentos, ya que además de calcio, contienen otras sustancias (lactosa, aminoácidos, vitamina C, vitamina D) que facilitan su absorción.   
    • Aporte adecuado de vitamina DPara asimilar mejor el calcio es necesaria la vitamina D, que se obtiene sobre todo mediante la exposición al sol. Con media hora de paseo diario al aire libre puede ser suficiente. Cuando la exposición solar es insuficiente hay que asegurar la ingesta de Vitamina D, que estimula el transporte activo del calcio en el intestino delgado y el colon. La vitamina D la encontramos en el pescado azul, aceite de hígado de pescado, margarina, huevos, leche y productos lácteos
    • Importancia del fósforo. El fósforo está disponible prácticamente en todos los alimentos, por lo que es fácil consumir las cantidades necesarias de fósforo. Lo importante es que el consumo de fósforo no sea superior al de calcio. El exceso de fósforo produce menor asimilación de calcio, por lo que habrá que controlar la ingesta de fósforo para asegurar la asimilación del calcio. El fósforo se encuentra en el queso, leche, yema de huevo, pescado, carne, legumbres, cereales integrales, cacao y frutos secos
    Estos son las tres medidas dietéticas más importantes para la osteoporosis. A continuación se detallan algunos componentes dietéticos que también pueden ayudar:

    • Fibra alimentaria. El consumo excesivo de fibra alimentaria interfiere en la absorción de calcio, por lo que el consumo de fibra se controlará en el caso de padecer osteoporosis.
    • Proteína. El consumo excesivo de proteína origina un aumento en la excreción urinaria de calcio, teniendo un mayor efecto la proteína animal que la vegetal.
    • Sodio. Un alto consumo de sodio aumenta la excreción de calcio, por lo que deberá limitarse su consumo. 
    • Cafeína. En mujeres postmenopáusicas se relaciona el exceso de cafeína con la pérdida ósea. Se considera consumo excesivo dos o más tazas de café al día. 
    • Alcohol. El consumo de bebidas alcohólicas contribuye a la pérdida ósea. Se considera consumo excesivo dos o más bebidas alcohólicas al día. 


    A tener el cuenta: El pico de masa ósea de alcanza entre los 15 – 20 años de edad
    La osteoporosis se produce por la adquisición de un pico de masa ósea insuficiente durante el desarrollo del esqueleto, o por la pérdida demasiado rápida durante etapas posteriores de la vida. El pico de masa ósea en las mujeres se alcanza entre los 15-20 años de edad, mientras que en los hombres sigue aumentando su contenido mineral hasta los 25-29 años de edad. Por tanto, la mayor parte del hueso adulto se constituye durante la niñez y adolescencia, etapa en la que se alcanza el pico de masa ósea. Por ello, durante estas etapas de la vida, y no sólo cuando el riesgo de padecer osteoporosis aumenta, es muy importante el aporte adecuado de nutrientes necesario para el correcto desarrollo óseo, con el objetivo de conseguir la mayor masa ósea posible. 

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    Nutrición y enfermedad celíaca: intolerancia al gluten

    28 de mayo de 2013
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    La enfermedad celíaca es una enfermedad crónica, controlable con dieta, en la que la fracción proteica del gluten (gliadina) lesiona la mucosa del intestino delgado, alterándose la absorción de nutrientes. 

    ¿Qué es la enfermedad celíaca o intolerancia al gluten?
    La enfermedad celíaca es una enfermedad autoinmune. Se trata de una inflamación crónica del intestino delgado o yeyuno, causada por la exposición a la gliadinaLa gliadina es la fracción proteica del gluten del trigo, centeno, avena y cebada. La gliadina es el factor tóxico que causa sensibilidad intestinal al gluten en las personas con enfermedad celíaca, originando lesiones sobre la mucosa del intestino delgado que pueden afectar a la absorción de nutrientes, pudiendo causar déficits nutricionales.
    Esta intolerancia al gluten es para toda la vida, por lo que es importante aprender bien las indicaciones dietéticas que implica.

    La enfermedad celíaca en algunos casos es asintomática, mientras que en otros puede poner en peligro la vida de la persona. Los síntomas desaparecen al tiempo de seguir una dieta exenta de gluten. 

    Nutrición en la enfermedad celíaca o intolerancia al gluten.
    La enfermedad celíaca se controla con una dieta exenta de gluten, no pudiéndose consumir alimentos ni bebidas que contengan trigo, avena, cebada o centeno. Es una dieta complicada debido a que numerosos compuestos dietéticos, aditivos alimentarios e incluso algunos fármacos tienen gluten en su composición. Esta restricción es para toda la vida, y es necesario que las personas que padecen enfermedad celíaca lean el etiquetado  de todos los alimentos, bebidas y fármacos que consumen. Por suerte, hoy en día encontramos en el mercado todo tipo de alimentos con la denominación «sin gluten». 

    El tratamiento nutricional mejora los síntomas digestivos, normaliza la absorción de nutrientes y el retraso del crecimiento en niños que padecen la enfermedad celíaca. 

    Se deberán excluir de la dieta de forma rigurosa:

    • Cereales, excepto arroz y maíz. Se excluirán de la dieta todos los alimentos que contengan trigo, avena, cebada o centeno. Se podrán consumir arroz y maíz, así como sus derivados, siempre que en la etiqueta se especifique «exento de gluten». 
    • Bebidas que contengan malta. Se debe comprobar el etiquetado en batidos de leche con cacao, tés, cerveza, ginebra y whisky. 
    • Carnes y pescados empanados ya preparados y derivados. Se podrán consumir todo tipo de carnes, pescados, mariscos y huevos frescos o sin elaboración previa, así como los pescados enlatados en aceite, agua o salmuera. Está restringido el consumo de estos productos rebozados o precocinados si no especifica «sin gluten». También habrá que revisar el etiquetado de los embutidos, fiambres y salchichas. 
    • Verduras y frutas preparadas o en conserva. Se podrán consumir frutas y verduras frescas o congeladas. Se deberá consultar la etiqueta de las frutas y verduras preparadas, precocinadas o en conserva, ya que pueden contener gluten.
    • Salsas y sopas comerciales. Cuidado con salsas como el ketchup, mostaza, salsa de soja, salsas de tomate y sopas comerciales. 
    • Repostería comercial y helados. Se puede consumir cacao o chocolate puro. Comprobar el etiquetado de tartas, galletas, caramelos, golosinas, productos con chocolate o cacao y helados. 
    En resumen, cualquier producto comercial que no contenga la etiqueta «sin gluten». 

    Es recomendable el asesoramiento nutricional de expertos en nutrición, ya que la dieta sin gluten debe ser, además, sana y equilibrada. 

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    La canela aumenta el riesgo de sufrir daño hepático

    21 de mayo de 2013
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    La cumarina, uno de los principales componentes de la canela, podría aumentar el riesgo de daño hepático en personas sensibles.

    La canela es una especia muy popular, y su uso como saborizante en alimentación está muy extendido. 

    La verdadera canela (cinnamon verum) es muy cara, por lo que es común que se sustituya por su alternativa más barata, que es la canela que se obtiene de la corteza de Cassia. El problema radica en el contenido en cumarinas de ambas opciones, ya que su consumo se relaciona con daño hepático en personas predispuestas. Mientras que la verdadera canela tiene muy bajo contenido en cumarinas, únicamente trazas, la canela procedente de Cassia tiene mayor contenido en cumarinas, y por tanto, su consumo excesivo podría causar daño hepático en personas sensibles. 

    Ambos tipos se pueden diferenciar por el grosor de sus capas cuando están en rama, pero no cuando la canela está en polvo. La canela procedente de Cassia tiene las capas enrolladas más gruesas, mientras que la verdadera canela, presenta capas más finas.  

    Yan-Hong Wang, Bharathi Avula, N. P. Dhammika Nanayakkara, Jianping Zhao, and Ikhlas A. Khan. J. Agric. Food Chem. (2013). Más información.  
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      Importancia de la dieta en la enfermedad cardiovascular

      9 de mayo de 2013
      Importancia de la dieta en la enfermedad cardiovascular

      La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en todo el mundo. La mayoría de enfermedades cardiovasculares pueden prevenirse con una dieta saludable, ejercicio físico moderado y evitando factores de riesgo como el tabaco, la obesidad o la hipertensión arterial. 


      ¿Qué es la enfermedad cardiovascular?
      La enfermedad cardiovascular engloba todo tipo de patologías relacionadas con el corazón o los vasos sanguíneos (arterias y venas). En la base del problema se encuentra la formación de una placa de ateroma y el engrosamiento de las paredes arteriales, pudiendo desencadenar en una obstrucción de la arteria y, según su localización, dar lugar a diferentes cuadros clínicos. 

      Las placas de ateroma se producen como consecuencia de la acumulación de colesterol en la sangre, y son las responsables de las complicaciones cardiovasculares. 

      Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo,  cada año mueren más personas por enfermedad cardiovascular que por cualquier otra causa (según datos de la Organización Mundial de la Salud, 2011). De todas las enfermedades cardiovasculares, destacan las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares. 

      Causas de la enfermedad cardiovascular
      Los principales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular suponen el 80% de los casos de cardiopatía coronaria y enfermedad cerebrovascular. 

      Las causas más importantes son:

      • Una dieta poco saludable.
      • El sedentarismo.
      • El consumo de alcohol y tabaco. 

      Además, el riesgo cardiovascular también se puede reducir mediante la prevención o el tratamiento de la hipertensión, la diabetes o la hiperlipidemia. Otras causas pueden ser factores genéticos, como los antecedentes familiares. 

      Prevención de la enfermedad cardiovascular

      El riesgo de enfermedad cardiovascular se puede reducir con estos consejos generales:
      • Llevar una dieta cardiosaludable. Una dieta rica en frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, pescados y aceite de oliva, y evitando el consumo de alimentos grasos, ricos en azúcar y sal puede reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
      • Mantener un peso saludable. El mantenimiento de un peso corporal adecuado y un contenido de grasa corporal adecuado son factores protectores muy importantes. En las personas obesas, la pérdida de peso suele ir acompañada de una disminución en la presión arterial, un descenso de la glucemia y una mejora en el perfil lipídico, es decir, disminución del colesterol malo (LDL, VLDL y triglicéridos) y aumento del colesterol bueno (HDL).
      • Realizar ejercicio físico de forma regular. El ejercicio físico contribuye a mejorar los niveles de lípidos y lipoproteínas plasmáticas, aumenta la sensibilidad a la insulina y reduce el riesgo de obesidad e hipertensión. También ayuda a mantener el peso corporal. Se debe realizar siempre bajo control médico si ya se tiene alguna enfermedad.
      • Evitar el consumo excesivo de alcohol. La ingesta de bebidas alcohólicas a diario produce un aumento del riesgo cardiovascular, debido principalmente a la elevación de la presión arterial. En los «bebedores de fin de semana» de altas dosis de alcohol también se observa mayor riesgo cardiovascular, debido a las fluctuaciones en la presión arterial.
      • No fumar. El hábito de fumar aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares debido a que incrementa el cociente LDL/HDL, causa daño en el endotelio y disminuye los niveles de antioxidantes.


      Vídeo Alimentos que reducen el colesterol

       

      Influencia de la nutrición en las enfermedades cardiovasculares

      La dieta mediterránea se considera cardiosaludable, ya que contiene muchos componentes protectores. Pautas dietéticas a tener en cuenta:

      • Limitar el consumo de grasas saturadas. La grasa es el factor más estudiado en relación con las enfermedades cardiovasculares. Los ácidos grasos saturados son los principales determinantes del incremento de los niveles de colesterol malo (LDL). Estas grasas saturadas están en carnes rojas y sus derivados, leche entera y derivados, pero también en alimentos de origen vegetal, como el aceite de coco o de palma. También están en altas concentraciones en productos de pastelería, bollería industrial y alimentos precocinados.
      • Disminuir el consumo de ácidos grasos trans. Los ácidos grasos trans no existen de manera natural, sino que son producidos en el proceso de hidrogenación utilizado en industria para endurecer los aceites insaturados. Las grasas más duras, como las margarinas en barra, tienen más grasas trans que las margarinas más blandas. Las grasas trans se encuentran sobre todo en margarinas y bollería industrial. Estas grasas disminuyen el colesterol bueno (HDL) y aumentan el colesterol malo (LDL).
      • Aumentar la ingesta de grasas insaturadas. Se incluyen en este grupo los ácidos grasos omega 9, omega 3 y omega 6. Los ácidos grasos omega 9 disminuyen ligeramente el colesterol malo (LDL) y aumentan ligeramente el colesterol bueno (HDL), y están presentes en el aceite de oliva y frutos secos. Los ácidos grasos omega 6, que proceden de los aceites vegetales (girasol, maíz, soja) y los frutos secos, descienden el colesterol malo (LDL) y también el colesterol bueno (HDL), pero aún así son beneficiosos si sustituyen a las grasas saturadas. Los ácidos grasos omega 3, que se encuentran en el pescado azul, mariscos y frutos secos, son muy beneficiosos para la salud cardiovascular, pues actúan disminuyendo los triglicéridos y aumentando la concentración de colesterol bueno (HDL).
      • Controlar la ingesta de colesterol dietético. El contenido de la dieta en colesterol debe ser inferior a 300 mg/día. Los alimentos con contenido más alto de colesterol son los sesos, yema de huevo, hígado y vísceras en general. Los alimentos de origen vegetal no contienen colesterol. En muchas ocasiones las grasas saturadas y el colesterol coinciden en los alimentos. 
      • Elevar el consumo de fibra soluble. La fibra soluble, presente en frutas y verduras, disminuye el colesterol malo (LDL) sin modificar el colesterol bueno (HDL) ni los triglicéridos. Esta disminución se debe al aumento de la excreción fecal de colesterol. Los efectos de la fibra se suman a los de la dieta pobre en grasas saturada y colesterol, consiguiendo disminuir notablemente el riesgo cardiovascular.
      • Dieta rica en antioxidantes. La oxidación del colesterol LDL parece contribuir al desarrollo de la enfermedad cardiovascular, por lo que los antioxidantes naturales parecen tener un papel protector.  La vitamina E es la más potente, seguida de los beta-carotenos y de la vitamina C. La vitamina E, por su naturaleza grasa, suele ubicarse en el interior de las LDL evitando su oxidación.
      • Evitar el consumo de alcohol. Por una parte, el consumo de alcohol supone un aporte extra de energía, y si se superan los requerimientos energéticos, puede ser causa de obesidad. Por otro lado, la ingesta de alcohol puede elevar la trigliceridemia. El alcohol no deberá sobrepasar los 20-30 g/día de etanol en hombres, es decir, dos vasos de vino al día; y los 10-20 g/día de etanol en mujeres, es decir, un vaso de vino al día.


      En resumen, dieta rica en fibra y baja en grasas saturadas y colesterol. Además es interesante reducir el consumo de azúcares simples para controlar el peso corporal, así como moderar el consumo de sal, para evitar la hipertensión, factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular. También puede resultar beneficioso sustituir las proteínas animales por proteínas de la soja, de origen vegetal, útil para reducir el colesterol. Es muy importante, tanto en el tratamiento como en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, seguir estas pautas dietéticas y unos hábitos de vida saludables. 

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      Vídeo Alimentos que reducen el colesterol: un error común 




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      Influencia de la nutrición en enfermedad de Parkinson

      7 de mayo de 2013
      Influencia de la nutrición en enfermedad de Parkinson
      La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a la coordinación, al tono muscular y a los movimientos. Los efectos secundarios del tratamiento farmacológico, el estreñimiento y las dificultades para comer son complicaciones asociadas al Parkinson. 

      La detección de estas complicaciones permite solucionar y evitar la malnutrición y pérdida de peso asociados con la enfermedad de Parkinson. 

      ¿Qué es la enfermedad de Parkinson?

      La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso, concretamente al área del cerebro responsable de coordinar la actividad, el tono muscular y los movimiento. Se caracteriza por dificultad en el movimiento, temblor de reposo, rigidez muscular y alteración de los reflejos posturales. Además de afectar al movimiento también desencadena alteraciones en la función cognitiva, de la expresión de las emociones y de la función autónoma. 

      La enfermedad de Parkinson también dificulta la alimentación del paciente, pues puede producir salivación anormal, dificultad para tragar, nauseas o estreñimiento. Por ello, es importante que desde el inicio de la enfermedad se adopten pautas de alimentación que eviten la pérdida de peso del paciente, faciliten el manejo de los alimentos, mejoren la función gastrointestinal y no interfieran con el tratamiento farmacológico.  

      La enfermedad de Parkinson es una enfermedad frecuente y que suele iniciarse entre los 40 y 70 años de edad. No obstante, también puede aparecer antes de los 40 años. 

      Aunque no existe cura para la enfermedad de Parkinson, el tratamiento farmacológico ayuda a mejorar los síntomas.
      Influencia de la dieta en la prevención de la enfermedad de Parkinson
      Son muchos los estudios en los que se ha demostrado que la dieta mediterránea, es decir  una alimentación con abundantes frutas y verduras, rica en legumbres, cereales y frutos secos y pescado como fuente principal de proteínas y grasas, reduce el riesgo de sufrir la enfermedad de Parkinson. 

      Importancia de la nutrición en la enfermedad de Parkinson
      La enfermedad de Parkinson, en general, produce alteraciones negativas en el estado nutricional del paciente, y por suerte, las podemos modificar y tratar. Estas complicaciones suelen deberse a la incapacidad de manejar los cubiertos correctamente, a dificultades en la salivación y masticación, al estreñimiento, o incluso a la pérdida de apetito o náuseas, que son algunos de los posibles efectos adversos que puede causar la medicación de la enfermedad de Parkinson.

      La manera de proceder será identificar el problema e intentar solucionarlo. De esta forma, se conseguirá evitar la malnutrición y la pérdida de peso que sufren muchos afectados por esta enfermedad. 

      Es importante mantener un buen estado nutricional y tomar una dieta equilibrada, rica en fibra, y una adecuada hidratación, y no es necesario restringir las proteínas salvo en casos excepcionales en que el médico lo aconseje por posibles interacciones con la medicación.

      Por tanto, las medidas nutricionales a tener en cuenta, en general, son:
      • Asegurar la ingesta de proteínas, tanto de origen animal como vegetal. Se encuentran en carnes, pescados, huevos, leche y legumbres. No obstante, se debe tener precaución, y separar la ingesta de proteínas de la toma de la medicación, ya que éstas pueden interaccionar con la levodopa y reducir su absorción. La levodopa es el fármaco más común en la enfermedad de Parkinson. 
      • Aumentar la ingesta de vitamina D y calcio, importantes en la prevención de fracturas óseas. Además, las personas con enfermedad de Parkinson son propensas a desarrollar osteoporosis, en cuya prevención tienen un papel importante la vitamina D y el calcio. 
      • Consumir alimentos ricos en fibra, para favorecer la actividad intestinal y evitar el estreñimiento, típico en la enfermedad de Parkinson. La fibra se encuentra en verduras, frutas, legumbres y cereales integrales. La ingesta elevada de fibra se debe acompañar de un mayor aporte de líquidos. Además, evitar el consumo de alimentos astringentes. 

      Algunos consejos útiles para una alimentación adecuada en la enfermedad de Parkinson

      • Si existe dificultad para deglutir alimentos sólidos, es recomendable el uso de papillas o puré, más fáciles de tragar que los alimentos cortados finos o troceados. 
      • Puede existir dificultad para tragar líquidos, en cuyo caso se aconseja el uso de harina de maíz, gelatina o espesantes alimentarios (de venta en farmacias) que hacen que los líquidos adquieran textura de gel, lo que evita la sensación de ahogo o atragantamiento. 
      • Si el enfermo de Parkinson tiene riesgo de lesionarse, utilizar vasos, platos y cubiertos de plástico que no se rompan. También pueden ser muy útiles las tazas con tapadera, para la ingesta de líquidos y sopas. 
      • Evitar alimentos secos y pegajosos, o que se dispersan en la boca, como las galletas. 

      Los síntomas de la enfermedad de Parkinson varían de persona a persona, y dependen de la etapa de la enfermedad. En base a estos dos factores, se deben adaptar estas recomendaciones generales al caso y situación en particular. Es crucial mantener una alimentación equilibrada y un peso saludable sea cual sea la etapa de la enfermedad. Conforme la enfermedad de Parkinson vaya avanzando, se deberá ajustar la dieta y los métodos de alimentación en base a los problemas que vayan surgiendo. 

      Se les agradece que compartan su experiencia y dudas. 

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      Importancia nutrición en enfermedad de Alzheimer

      3 de mayo de 2013
      Importancia nutrición en enfermedad de Alzheimer
      La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por deterioro cognitivo y trastornos de conducta. Envejecer de forma saludable reduce el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer. En los enfermos de Alzheimer es importante evitar la desnutrición y la deshidratación.

      El incremento de la esperanza de vida en los últimos años ha disparado la prevalencia de las enfermedades dependientes de la edad, entre las que destaca el Alzheimer.

      La prevalencia de la enfermedad de Alzheimer llega a tal punto, que EEUU gasta más en la atención de la demencia que en la enfermedad cardíaca o el cáncer. Hoy en día todavía no hay un tratamiento que detenga la enfermedad, pero sí que consiga enlentecer el deterioro que la caracteriza. 


      ¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?
      La enfermedad de Alzheimer es la variante de demencia más común. Es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta con deterioro cognitivo y trastornos conductuales, por lo que afecta gravemente la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades cotidianas. 

      La enfermedad de Alzheimer progresa lentamente. Primero afecta las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje. En esta fase, se afecta sobre todo la memoria reciente, a corto plazo, y se pueden olvidar de los nombres de las personas que conocen. Poco a poco, estos síntomas van empeorando, y el enfermo de Alzheimer puede llegar a no reconocer a sus seres queridos, a perder la capacidad de hablar, leer, escribir, incluso de comer. Finalmente, requieren cuidados totales, y es por esto que se considera un problema tanto para la persona enferma como para su familia. 
      Causas de la enfermedad de Alzheimer
      El riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer aumenta con la edad, y es mayor si hay antecedentes familiares de la enfermedad. Además, se han empezado a revelar algunas pistas de otros factores de riesgo que controlables, como las lesiones fuertes en la cabeza por golpes o caídas.

      Existen algunas evidencias que sugiere que envejecer de forma saludable reduce el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer, esto es, seguir una alimentación equilibrada, controlar la presión arterial, el peso y el colesterol, así como ejercitar cuerpo y mente a diario y mantenerse socialmente activo.

      Dificultades en la alimentación y nutrición en personas con la enfermedad de Alzheimer
      Se debe tener en cuenta que conforme avanza la enfermedad, las personas con Alzheimer pueden ir perdiendo la independencia, tanto en sus actividades cotidianas como en su alimentación. 

      En la etapa inicial de la enfermedad es probable que se produzcan dificultades para comprar, preparar o almacenar los alimentos. Además, en esta fase suelen aparecer dificultades para reconocer y detectar olores y sabores, lo que se suele manifestar con una especial predilección por los alimentos dulces y salados, por lo que será necesario vigilar de cerca su alimentación. 

      Poco a poco, el enfermo de Alzheimer irá perdiendo la capacidad de alimentarse por sí mismo y necesitará ayuda. Puede ocurrir que se les olvide comer, o incluso, pueden tener dificultades para reconocer los alimentos o los cubiertos. También puede ser un impedimento en su alimentación la dificultad para comunicarse, que hará más complicado para sus cuidadores interpretar sus necesidades alimentarias. Además, pueden aparecer problemas para masticar los alimentos, así como una disminución de la producción de saliva, que dificultará la deglución. En estos casos se deberán suministrar alimentos cocinados blandos, las carnes deshuesadas, pescados sin espinas, etc.   

      En las etapas más avanzadas de la enfermedad, el paciente puede ser incapaz de tragar y requerir alimentación por sonda. Algunas personas se niegan a abrir la boca, mientras que otros pueden convertirse en comedores compulsivos.  

      Por lo tanto, los enfermos de Alzheimer necesitarán a una persona pendiente de los horarios de comida, de la elección y preparación de los alimentos, así como de controlar que no se salten o repitan comidas. Conforme avanza la enfermedad, puede ser necesario que el cuidador oriente al enfermo de Alzheimer sobre la forma de utilizar los cubiertos, que ofrezca los alimentos para que los reconozcan y empiecen a comer, o incluso, hacer demostraciones. Además puede ser muy interesante simplificar la mesa, poniendo sólo un plato individual y los cubiertos necesarios. También puede confundir al paciente el uso de manteles o servilletas muy coloreados, desviando su atención de los alimentos. 

      Es muy común que los enfermos de Alzheimer piensen que están siendo envenenados con la comida, por lo que se requiere de mucha paciencia y calma. En estos casos se deberá hablar con el enfermo, convencerle de lo contrario y cuidar mucho el aspecto de los alimentos. Por ejemplo, si se les da una sopa, deberá ser de un color homogéneo, y no presentar tropezones o trozos, por ejemplo, de orégano, que podrían interpretar como algo extraño. 

      Tratamiento nutricional en personas con la enfermedad de Alzheimer
      En la enfermedad de Alzheimer se altera una amplia gama de funciones neurológicas que interfieren en numerosas actividades relacionadas con la alimentación y nutrición. Las pérdidas cognitivas alteran la capacidad de reconocer sensaciones de hambre, sed y saciedad. A medida que progresa la enfermedad, se olvidan de las comidas tan pronto como son consumidas. Por tanto, es importante evitar la desnutrición y la deshidratación en los enfermos de Alzheimer

      Las investigaciones realizadas hasta el momento, indican que son beneficiosos tanto en la prevención como en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer:

      Las vitaminas C y E tienen acción antioxidante. La enfermedad de Alzheimer se relaciona con marcadores oxidativos elevados, por lo que estos antioxidantes pueden reducir el daño oxidativo y tener cierto efecto neuroprotector. 

      Las vitaminas B6, B12 y ácido fólico disminuyen la concentración de homocisteína, que es neurotóxica y puede tener efectos directos sobre la función cognitiva. El ácido fólico está presente en verduras de hoja verde, la vitamina B12 está exclusivamente en alimentos de origen animal, y la vitamina B6 está presente en alimentos de origen animal, cereales integrales y germen de trigo. 

      Los ácidos grasos omega 3 tienen acción antiinflamatoria. Evitan el depósito anómalo de ciertas proteínas en el cerebro, característico de la enfermedad de Alzheimer y asociado a una inflamación crónica que daña irreversiblemente las neuronas. Son ricos en omega 3 los pescados de aguas frías (atún, bonito, salmón) y los pescados azules en general. La segunda fuente alimentaria de omega 3 más importante son los frutos secos. También es importante la relación ácidos grasos omega 6/omega 3. Para mantener esta relación se debe sustituir los ácidos grasos saturados y las grasas trans por ácidos grasos monoinsaturados, como el aceite de oliva, y ácidos grasos omega 3.   

      Es importante tener en cuenta que las personas con enfermedad de Alzheimer requieren una evaluación nutricional periódica, con la finalidad de mantener un estado nutricional aceptable. También se debe recordar que lo expuesto son medidas generales, y que se debe evaluar cada caso en particular. 

      En conclusión, el patrón de dieta mediterránea incluye la mayoría de componentes nutricionales potencialmente beneficiosos para prevenir o frenar la enfermedad de Alzheimer. Sería muy interesante concienciar a la población sobre la importancia de un estilo de vida saludable, tanto físico como mental, para prevenir las enfermedades mentales como la enfermedad de Alzheimer.

      Les invitamos a que compartan su experiencia, cuanto más sepamos sobre la enfermedad de Alzheimer, mejor podremos adaptarnos a la evolución de la enfermedad y satisfacer las necesidades de los seres queridos que la sufren. 

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      La importancia de la alimentación para la salud

      29 de abril de 2013
      alimentacion-salud

      La alimentación es muy importante en el mantenimiento y mejora de la salud y de la calidad de vida de los seres vivos. Muchas enfermedades y sus síntomas pueden ser prevenidos y/o aliviados con una alimentación adecuada.

      Historia de la relación alimentación-enfermedad
      Según la OMS «una buena nutrición (una dieta suficiente y equilibrada combinada con el ejercicio físico regular) es un elemento fundamental de la buena salud. Una mala nutrición puede reducir la inmunidad, aumentar la vulnerabilidad a las enfermedades, alterar el desarrollo físico y mental y reducir la productividad». 

      Ya en su época, Hipócrates decía: «Deja que la comida sea tu medicina y la medicina sea tu comida». Desde la antigüedad, existen evidencias experimentales que relacionan la dieta con el padecimiento de algunas enfermedades. Uno de los primeros casos en descubrirse fue la relación entre el escorbuto, en los marinos embarcados durante largos períodos de tiempo, y la falta de frutas y hortalizas frescas en su dieta. 

      Desde entonces, en los siglos siguientes ha tomado relevancia la importancia de la prevención de enfermedades a través de una alimentación equilibrada y saludable, y en la actualidad, la relación nutrición-salud se apoya en múltiples estudios científicos y epidemiológicos. Sin embargo, aunque cada vez es más conocida la ciencia de la nutrición, no pierde interés ni deja de ser actualidad. 

      Importancia actual de la relación nutrición-salud
      Hoy en día, el hambre o las carencias nutricionales siguen siendo motivo de preocupación en diversos países en vías de desarrollo. Mientras, en los países desarrollados hay enfermedades asociadas a una alimentación incorrecta, y no a desnutrición como en el caso anterior. De hecho, la alimentación poco saludable está relacionada con muchas de las principales causas de muerte de las sociedades desarrolladas, entre ellas, las enfermedades coronarias, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y la arteriosclerosis. 

      Es por todo lo comentado anteriormente que el gran progreso experimentado en el conocimiento científico de la nutrición y su relación con la salud humana ha ido acompañado de un creciente interés de la sociedad. Pero, también ha ido unido a una gran cantidad de ideas erróneas e intereses económicos. Por ejemplo, los términos «sin conservantes», «sin colorantes», «natural», «sin azúcar» o «sin colesterol» son muy útiles en publicidad, independientemente del beneficio real de excluir estos componentes de la dieta y de las características del producto. También hay grandes abusos en el tratamiento de la obesidad, para la que se ofrecen diversos tipos de dietas milagro, unas veces absurdas y otras, además, perjudiciales para la salud. 

      La nutrición es una ciencia de la que queda mucho por conocer, pero en la que se han hecho grandes avances científicos que han permitido demostrar la relación nutrición-salud. Una alimentación equilibrada y saludable mejora y mantiene la salud de las personas, ayudando a prevenir múltiples enfermedades y con ello, a reducir costes en sanidad. Por tanto, es importante concienciar de la importancia de seguir una alimentación saludable, para tener una buena calidad de vida. 

      Vídeo ¿Por qué es importante hablar de nutrición?


      Vídeo Importancia de la alimentación para la salud



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      Omega 3 y salud cardiovascular

      24 de abril de 2013
      Omega 3 y salud cardiovascular

      Los ácidos grasos omega 3 mejoran la salud cardiovascular en personas mayores de 65 años. Los expertos aconsejan el consumo de pescado azul fresco, fuente de omega 3, de 2 ó 3 veces por semana.

      Altos niveles de ácidos grasos omega-3 puede ser capaces de reducir el riesgo de mortalidad hasta en un 27% y el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiaca en un 35% en adultos mayores de 65 años.

      Los resultados de un estudio, publicado en la revista Annals of Internal Medicine, mostraron que las personas con niveles sanguíneos altos de ácidos grasos omega 3 vivieron un promedio de 2,22 años más que los que tenían niveles inferiores.

      Los ácidos grasos omega 3 son ácidos grasos poliinsaturados esenciales, es decir, el organismo humano no puede sintetizarlos a partir de otras sustancias, por lo que deben ingerirse en la dieta. Están presentes de manera natural en pescados azules como el salmón, el atún o las sardinas, así como en el marisco y las algas.

      Desde el punto de vista de la salud cardiovascular, los ácidos grasos omega 3 mejoran el perfil lipídico, reducen la presión arterial, aumentan la vasodilatación arterial, son antitrombóticos y ayudan a prevenir las arritmias y la muerte súbita.
      Además, el consumo de omega 3 disminuye el colesterol LDL (“malo”), aumenta el HDL (“bueno”) y reduce los triglicéridos. 

      Los expertos aconsejan un consumo de pescado azul fresco de 2 ó 3 veces por semana, considerando una ración de unos 150 gramos por persona. De esta forma, se consigue cubrir la cantidad necesaria de ácidos grasos omega 3 sin necesidad de recurrir a alimentos enriquecidos ni a complementos. 

      Mozaffarian D, Lemaitre RN, King IB, Song X, Huang H, Sacks FM, y col. Annals of Internal Medicine (2013). Más información.

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