He llegado a ver en un puesto de Madrid los tomates Raf de Almeria a 12 euros el kilo….
¿Cómo es posible que los compren cuando tomates de una apariencia mil veces mejor los venden por menos de la sexta parte de ese precio?
Bueno, la mejor respuesta es que usted mismo los pruebe y nos diga si merece la pena pagar 12 euros por 1 kilo de tomates de una apariencia más bien «pobre». Probablemente comprenda el porqué miles de personas pagan religiosamente ese precio. Y también entienda la razón por la que los establecimientos más selectos lo convierten día a día en un producto codiciado y presentado en sus escaparates junto con las delicatessen más sofisticadas.
Lo más importante de todo esto es que quizás el tomate raf de la vega almeriense nos está indicando un camino a seguir para la recuperación de los «sabores de siempre», los auténticos, los inigualables. La garantía de que el mercado compra y paga abre una interesante puerta hacia la calidad real de los productos. Las empresas, los agricultores deberían ver este indicador del mercado que no hace nada más que expresarnos la madurez de un gran porcentaje de nuestros consumidores. Muchos buenos restaurantes tienen una parcela en la que cultivan los productos que ofrecen en la mesa de sus clientes… Y allí les cobran 20 veces más del coste en el bancal.
En fin, estaría bien encontrar aparte del tomate raf, sus equivalentes en las aquellas zanahorias sabrosas, la calabaza, los melocotones y albaricoques, las sandías… cuyo sabor «auténtico» ha ido evaporándose progresivamente y ya nos cuesta mucho recordarlo.
Nos ha venido a la memoria este tomate porque estos días han empezado a verse los primeros tomates raf, aunque nuestro consejo es que espere usted un poco más. La tentación del beneficio hace que muchas veces volvamos a matar la gallina de los huevos de oro.
Enlaces: