En los últimos años han salido a la luz algunas pistas interesantes sobre el tema, incluida la idea de que podría ser beneficioso reducir la ingesta de calorías. Parece que reducir un tercio nuestra ingesta calórica, reduciendo principalmente el tamaño de las raciones, puede mejorar os resultados en los test de memoria.
Esto se podría deber a que la pérdida de peso disminuye los niveles de insulina, lo que, posiblemente, conduce a una menor inflamación por insulina en el cerebro, que es lo que causa el daño y la pérdida de memoria. Esto no significa que haya que empezar una dieta a lo loco, ya que aunque un elevado índice de masa corporal conduce a unos peores resultados en los test de memoria, orientación, atención y cálculo; también lo hace un índice corporal bajo. Lo ideal es un término medio y que nuestro peso corporal esté dentro de un índice de masa corporal saludable.
Una dieta de estilo principalmente mediterráneo puede ayudar a proteger de la demencia. Esto supone basar las comidas y aperitivos en gran cantidad de vegetales y frutas, legumbres y cereales enteros, además de algún pescado azul y otros mariscos. Estas dietas incluyen pequeñas cantidades de carne roja (un par de pequeñas raciones a la semana) y de productos lácteos como mantequilla y crema, junto con cantidades moderadas de alcohol (a menudo vino tinto) y grasas insaturadas como el aceite de oliva.
Cuando los científicos estadounidenses observaron grupos de personas que vivían en Nueva York, descubrieron que aquellos cuyas dietas se acercaban más a los principios del estilo mediterráneo, tenían un 28% menos de probabilidades de experimentar deterioro cognoscitivo leve (MCI, por sus siglas en inglés) que los que seguían una dieta de mayor tradición occidental. También se observó que los que ya experimentaban síntomas de MCI también tenían casi un 50% menos de riesgo de que la enfermedad progresase hasta derivar en Alzheimer si ajustaban sus dietas.
En otros estudios, investigadores franceses han relacionado la ingesta de gran cantidad de alimentos ricos en los supernutrientes denominados flavonoides con la ralentización del deterioro cognitivo. Puesto que los alimentos ricos en flavonoides aparecen a menudo en las dietas mediterráneas (incluidas las cebollas, las berenjenas, las endivias, las bayas, los cítricos y el vino tinto), esto podría ayudar a explicar sus posibles efectos protectores.
Los expertos afirman que no hay que precipitarse a extraer conclusiones a partir de la cantidad de pruebas relativamente pequeñas de que disponemos; no podemos asegurar que un cambio a dieta mediterránea evite la pérdida de memoria o el Alzheimer, pero tener un peso normal y comer mucha fruta y vegetales, cereales enteros, y no demasiadas grasas saturadas se sabe que es bueno para muchos aspectos de la salud.
Caminar, la jardinería y subir escaleras con frecuencia puede ayudar a reducir el riesgo de demencia vascular en un 73%, según investigadores del Hospital de la Universidad S.Orsola Malpighi, en Bologna, Italia; probablemente, al potenciar el flujo de sangre rica en oxígeno que va al cerebro.
Los científicos de la Universidad de Tufts, en Boston, afirman que tres nuevos estudios internacionales sugieren que el consumo de pescado y ácidos grasos omega-3 protege del deterioro cognitivo, la demencia y el Alzheimer.
Las investigaciones con animales sugieren también que beber café puede reducir el riesgo de demencia.
Fuente: The Times