Comer mejor por menos
Comer sano no tiene por qué ser para ricos. Aunque los alimentos sanos tienen fama de ser caros, no siempre es así. El pan de molde integral, por ejemplo, suele ser más caro que el pan blanco, pero un abolsa de patatas es más barata que una de patatillas y una manzana suele ser más barata que una barrita de chocolate.
1. Reducir las comidas de preparación rápida: este tipo de alimentos, como los vegetales ya cortados, el pollo precocinado, las bolsas de queso rallado, las bolsas de ensalada envasada y las comidas preparadas, son más caros que los otros, ya que estamos pagando el trabajo realizado para facilitarnos luego la labor. Es más barato lavar y preparar nuestras propias hojas de lechuga o picar nosotros mismos los vegetales que vamos de utilizar; además, podemos ahorrar en viajes al supermercado.
2. Evitar las comidas rápidas: en lugar de consumir productos envasados individualmente o instantáneos, adquirir los originales o productos básicos. Por ejemplo, comprar el arroz normal, en lugar del instantáneo, las legumbres naturales en lugar de en lata y patatas de verdad, en vez de los paquetes de puré de patata. Sustituir los cereales instantáneos por avena, arroz inflado u otros cereales genéricos. No solo son más baratos, sino que, además, suelen ser más sanos.
3. Eliminar los gastos adicionales: los refrescos con gas, los zumos y las bebidas alcohólicas pueden ser lo más caro del carro. Sustituyéndolos por agua nos ahorraremos un montón de calorías y además, el agua es gratis.
4. Limitar las proteínas magras: si gran parte de nuestro presupuesto se va en caras carnes magras, podríamos necesitar recurrir a algunos sustitutos proteínicos. Las legumbres son una de las fuentes de proteínas de precio más razonable, además, son ricas en fibra y bajas en grasas y caloría, por lo que nos sentiremos llenos antes sin perjudicar nuestra dieta.
5. Tomar productos de temporada: las frutas y los vegetales suelen ser más baratos cuando están en temporada. En lugar de tomar la misma fruta o vegetal durante todo el año, ahorrar eligiendo los de cada temporada.
6. Comprar genéricos: cuando se trata de alimentos como pasta, salsas, pan, galletas o productos lácteos, comprar una marca blanca o genérico suele ser mucho más barato que las marcas más populares y la mayoría saben igual de bien.
7. Pensar en grande: el arroz, la pasta, la avena, las alubias, las hierbas, las especias y otros alimentos básicos se pueden comprar a granel en muchos supermercados y tienen un precio fantástico. Si almacenamos alimentos básicos como estos acabaremos ahorrando a largo plazo, pero debemos asegurarnos de guardarlos en las condiciones adecuadas para evitar que se estropeen y tener que tirarlos.