Bases de la dieta macrobiótica
La situación alimentaria actual muestra claros desequilibrios, dando lugar una polarización de la misma donde se encuentran por un lado casos alarmantes de padecimiento de hambre con muchas muertes asociadas y por otro lado, patologías generadas por un exceso de consumo de alimentos así como por la baja calidad de la mayoría de las ofertas gastronómicas que se conocen hoy en día, y que en gran medida son las causantes de un gran número de patologías de diversa índole (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, obesidad, diabetes…étc).
La gran mayoría de estas enfermedades se deben a la gestión de la propia alimentación y la gran industrialización de la misma que poco a poco a ido degenerando hasta relegar a un segundo plano la alimentación de calidad, compuesta por alimentos de origen natural y su poca manipulación.
En este sentido, de recuperación de la una alimentación equilibrada y de calidad, nace la denominada dieta macrobiótica. La cual se basa en seleccionar aquellos alimentos que son más saludables y adecuados a las características tanto físicas como biológicas de cada individuo en concreto. Aprendiendo a cocinarlos de la forma más sencilla y simple, acercandose a un estado de salud óptimo y perdurable en el tiempo.
Filosofía de la dieta macrobiótica
Principios de la macrobiótica
- No consumir alimentos refinados como el azúcar o las harinas refinadas, así como todos aquellos productos derivados de los mismos. Ya que para su proceso de blanqueamiento se les añaden sulfitos, los cuales resultan tóxicos para el organismo.
- Consumir frutas y verduras frescas cultivadas sin fertilizantes, pesticidas ni herbicidas. Lo que garantiza que estos alimentos sean más naturales y crezcan de acuerdo a su programación establecida y no acelerada.
- En relación a lo anterior, también se establece que la dieta se adapte a la estacionalidad del producto, es decir, que en cada época del año se consuma lo que la tierra produce evitando todos aquellos alimentos aestacionales que se cultivan en invernadero.
- Comer solo cuando se demande, es decir, consumir alimentos únicamente cuando nuestro organismo lo solicite y no forzarlo a horarios de ingesta predeterminados.
- Masticar bien los alimentos. De esta manera se favorece tanto un mejor y más rápido efecto saciante, así como una mejor digestión y asimilación de nutrientes.
- Dedicar el tiempo necesario al momento de comer y evitar distracciones. Las comidas deberán realizarse en ambientes relajados donde se disfrute del momento de comer rodeados de un ambiente relajado.
- Hacer alrededor de 3 ingestas diarias. De esta manera se evita que se ingieran alimentos justo al despertarse y antes de irse a la cama.
- No comer cerca de campos electromagnéticos, como radios o teléfonos móviles. También es importante evitar calentar los alimentos en microondas por la ficción molecular que se produce en los mismos.
- Practicar ejercicio físico al aire libre, disfrutando de un ambiente relajado y de la naturaleza. Esto ayudará al organismo a sintonizarse con los cambios estaciones, haciendo que el individuo se adapte al medio en el que se desarrolla de una manera más adecuada.
Fuentes:
- Porrata Maury, Carmen et al. Caracterización y evaluación nutricional de las dietas macobióticas Ma-Pi. Rev Cubana Invest Bioméd [online]. 2008, vol.27
- Michio Kushi. El libro de la macrobiótica. vol.1. Madrid: EDAF; 2006
Temas relacionados con la dieta macrobiótica: