La obesidad infantil es un riesgo para la muerte prematura
En un estudio publicado en The New England Journal of Medicine, el Profesor Asociado Paul Franks, de la Universidad de Umeå, en Suecia, en colaboración con investigadores de EE.UU., muestra cómo la obesidad infantil, junto con otros factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, influye en la muerte prematura.
Los investigadores estudiaron a 4.857 niños de la población indígena estadounidense, nacidos entre 1945 y 1984. Todos se sometieron a exámenes médicos detallados, incluyendo mediciones de grasa corporal (IMC), colesterol, tensión arterial y azúcar en sangre. A continuación, se realizó un seguimiento de la vida de los niños de forma continuada durante un promedio de 24 años, en los que se monitorizaron otros parámetros que requerían más tiempo, además de las muertes dentro del grupo.
En este grupo, 559 individuos (11,5%) murieron antes de la edad de 55 años, 166 de ellos por causas naturales. Las causas naturales más comunes de fallecimiento fueron las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades hepáticas relacionadas con el alcohol. De los cuatro factores de riesgo que se monitorizaron durante el estudio, la obesidad infantil resultó ser el indicador más fuerte de muerte prematura por enfermedad. Los 1.214 niños con más sobrepeso del grupo (el cuarto superior) presentaron una frecuencia de mortalidad más de dos veces superior (230%) a la de los del cuarto inferior en el que se encontraban los más delgados de los participantes en el estudio.
De manera similar, se observó que el azúcar en sangre elevaba la frecuencia de muerte en un 73%, mientras que la tensión arterial alta durante la infancia incrementaba el riesgo en un 53%. Estos dos factores de riesgo se asociaron casi totalmente con el grado de obesidad. Por otro lado, los científicos no observaron ningún efecto mensurable sobre la mortalidad a partir de unos valores elevados de colesterol en la infancia.
La proporción de niños con sobrepeso está aumentando en todo el mundo y los autores concluyen que las medidas para aumentar la actividad física, mejorar los hábitos alimenticios y mantener unidas a las familias deberían recibir la máxima prioridad durante las primeras etapas de la infancia. Fuente: Science Daily
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