El consumo moderado de alcohol está asociado con unos niveles más elevados de ácidos grasos omega-3 en plasma y glóbulos rojos. Este ha sido el principal descubrimiento del estudio europeo IMMIDIET que se publicará en enero en la revista American Journal of Clinical Nutrition.
Este estudio sugiere que el vino es mejor que otras bebidas alcohólicas. El efecto, que podría deberse a otros compuestos distintos del alcohol en sí, puede ser la clave para entender el mecanismo subyacente a la protección coronaria observada en los bebedores moderados de vino.
El estudio IMMIDIET examinó a 1.604 ciudadanos de tres zonas geográficas: el suroeste de Londres, en Inglaterra; Limburg, en Bélgica; y Abruzzo, en Italia. Gracias a una estrecha cooperación con médicos de cabecera de estas zonas, todos los participantes fueron sometidos a un completo examen médico, que incluía rellenar un cuestionario de frecuencia alimentaria sobre el último año para evaluar su dieta, incluido el consumo de alcohol.
Se considera que los ácidos grasos omega-3 protegen de las cardiopatías isquémicas y de la muerte súbita cardíaca, por lo que una concentración elevada en sangre de ellos es, definitivamente, buena para nuestra salud.
Ahora, estos investigadores europeos han descubierto que un consumo moderado de alcohol actúa como ‘disparador’, potenciando la cantidad de ácidos grasos omega-3 en nuestro cuerpo.
«Varios estudios han indicado que el consumo moderado de alcohol, incluido el vino, está relacionado con la protección frente a cardiopatías isquémicas y accidentes cerebrovasculares isquémicos, señaló Romina di Giuseppe, de los laboratorios de investigación de la Universidad Católica de Campobasso y autora principal del estudio. Aunque los mecanismos no están completamente definidos, se encontraron algunas pruebas de que el consumo de alcohol podría influir en el metabolismo de los ácidos grasos poliinsaturados esenciales, como los omega-3. Eso es exactamente lo que hemos observado en nuestro estudio poblacional, añadió. Las personas que beben cantidades moderadas de alcohol (una copa diaria para las mujeres y dos para los hombres) presentaron una concentración más elevada de ácidos grasos omega-3 en plasma y de glóbulos rojos, independientemente de su consumo de pescado».
Sin embargo, profundizando aún más, los investigadores de la Universidad Católica de Campobasso (en Italia) y de la Universidad de Grenoble (en Francia), prestaron atención al tipo de bebida alcohólica consumida por los participantes, con el fin de averiguar si los elevados niveles de ácidos grasos omega-3 detectados se podían atribuir al alcohol en sí o a otras sustancias.
«Por estudios previos conocíamos la existencia de una relación entre el consumo de vino y un incremento en la concentración de ácidos grasos omega-3”, señaló Michel de Lorgeril, de la Universidad de Grenoble, colaborador del proyecto IMMIDIET y coautor principal del estudio. “Sin embargo, no fue posible separar los efectos del vino de los de la cerveza y otras bebidas alcohólicas. Nuestro estudio de 3 poblaciones con diferentes hábitos alimenticios y diferentes consumos de bebidas alcohólicas nos permitió analizar este aspecto».
Los análisis realizados con diferentes bebidas alcohólicas, señaló Licia Iacoviello coordinadora del estudio IMMIDIET en la Universidad Católica de Campobasso, indicaron que la asociación entre al alcohol y los ácidos grasos omega-3 se encontraba tanto en los bebedores de vino como en los de cerveza u otras bebidas alcohólicas. No obstante, la relación era más fuerte en los bebedores de vino, lo que sugiere que algún otro componente del vino distinto del alcohol está asociado con la concentración de ácidos grasos omega-3. Nosotros intuimos que el efecto se puede atribuir a los polifenoles» compuestos que se producen de forma natural y están presentes en muchas bebidas y alimentos. Gracias a su elevada actividad antioxidante, estos compuestos son capaces de reducir los procesos de oxidación causados por los radicales libres.
Fuente: Science Daily