Barry Groves, de 72 años de edad, y su esposa Monica, de 70 años, llevan más de 40 años siguiendo una dieta extremadamente rica en grasa y, a pesar de ello, Barry pesa ahora cerca de 3kg menos que cuando se casó en 1957, con 73kg. Una alimentación típica para el matrimonio es desayunar huevo e higado frito y tomar un vaso de cacao con leche y nata, para comer unas chuletas de cerdo con toda la grasa puesta y unas verduras con mantequilla, y para cenar, queso o algo parecido y un poco de fruta con nata. Y otro vaso de leche con cacao.
Tanto él como su esposa han evitado seguir cualquier dictado dietético presentado como “alimentación saludable”, y aún así, ahí están, con buen tipo, en forma y llenos de vida. ¿Cómo es posible? ¿Y en qué nos equivocamos el resto? Después de todo, nunca habíamos recibido tanta educación sobre buenas prácticas alimenticias, comemos montones de fruta y vegetales y evitamos las mantequillas llenas de colesterol, y aún así, somos presa de numerosas enfermedades, desde diabetes a enfermedades coronarias.
“La mayoría de la gente sigue una dieta que no es natural para nosotros como especie”, señala Barry, que es doctor en ciencias nutricionales y acaba de escribir un libro titulado “Trick and Treat: How Healthy Eating Is Making Us Ill” (Truco y Trato: Cómo la alimentación sana nos hace enfermar). “Somos una especie carnívora; sin embargo, se nos anima a tomar alimentos que han sido reforzados con harina de maíz modificada y aceites vegetales, y carbohidratos complejos como el pan, la pasta o el arroz (todos ellos etiquetados como sanos), pero no la carne grasa que nuestro cuerpo realmente reconoce”.
Según él, ese es el motivo de que no sepamos cuándo parar de comer. Cuando tomamos alimentos ricos en grasa nuestro cuerpo nos dirá enseguida cuando tiene suficiente, mientras que si tomamos alimentos bajos en grasa procesados, el cuerpo nunca recibe el mensaje de saciedad y no avisa a la mente de que está lleno, señala Barry.
Barry cree que su dieta también es sana. Su colesterol está en 8,2mmol/l y, aunque la recomendación de la British Heart Foundation (BHF) es que las personas con un riesgo elevado enfermedad coronaria o circulatoria deberían mantener un nivel de colesterol total inferior a 4mmol/l, Barry señala que es más arriesgado tener un nivel de colesterol por debajo de 7mmol/l que tenerlo alto, ya que las investigaciones han relacionado unos niveles bajos de colesterol con el cáncer y la depresión. Su tensión arterial, de 115/62 mmHg, es irrefutablemente admirable (el objetivo de la BHF para la población general es que tengan una tensión arterial inferior a 140/85).
¿Pero no se ha demostrado que demasiada grasa saturada es mala para corazón? “La premisa de que comer grasa saturada conduce a una enfermedad coronaria está basada en dos antiguos informes”, señala Barry. “El primero, de 1950, mostró que si se alimentaba a unos conejos con una dieta rica en colesterol, se atascaban sus arterias. Sin embargo, los conejos solo han sido creados para comer alimentos vegetales, sin colesterol. La obstrucción de las arterias se produjo por alimentarlos con una dieta que no es natural para ellos. Podría haber sido incluso una respuesta alérgica”.
“El segundo estudio se realizó en 1953, cuando un estadounidense, Ansel Keyes, representó gráficamente el consumo de grasa de seis países con sus respectivos índices de enfermedad coronaria y observó una curva perfecta ascendente con Japón (bajo consumo) en la parte más baja y EEUU (consumo elevado) en la parte superior. Por supuesto, Keyes tenía acceso a los datos de 22 países, pero simplemente ignoró los de los 16 que no se ajustaban a su hipótesis”, añadió.
“Si pensamos en cuanto tiempo se nos han estado recomendando pautas de alimentación saludable y cómo en ese tiempo el índice de enfermedad ha subido e lugar de bajar, deberíamos preguntarnos si las enfermedades modernas las ha causado precisamente la dieta diseñada para frenarlas”.
¿Y qué hay de todos esos principios de vida saludable? Fruta, vegetales, cereales integrales, leche de soja, yogures desnatados, etc. Según Barry, los vegetales no son un problema, aunque “no hay ningún motivo biológico ni químico para tomarlos, porque el hígado, por ejemplo, tiene todos lo minerales y vitaminas que necesitamos”, pero la fruta contiene un azúcar natural (la fructosa), que según él “es mucho más peligrosa que la glucosa o azúcar de mesa y ha sido relacionada con el incremento de la obesidad”.
En cuanto al trigo, Barry ni lo prueba. “Acumula bacterias y suciedad mientras crece y no se puede limpiar. Luego, mientras está almacenado en los silos, es un refugio para ratones y ratas, por lo que es rociado con insecticidas. Pon harina de trigo bajo un microscopio y verás restos de heces de rata”.
La leche de soja está elaborada con soja sin fermentar, según Barry, “muy peligrosa” y los yogures hechos con leche desnatada “carecen de ácido linoléico conjugado, que previene el cáncer”.
Por todo esto, Barry recomienda “tomar alimentos más puros y que sean más naturales para nosotros como especie”, reducir el consumo de pan y comer más pescado, huevos, mantequilla y cualquier otra proteína animal.
Fuente: The Telegraph