22 de enero de 2008

Cafeína puede provocar abortos


Según un artículo publicado esta semana en The Guardian, se recomienda a las mujeres reducir el consumo de cafeína durante los tres primeros meses de embarazo, con el fin de reducir el riesgo de aborto espontáneo. El aviso se produce como resultado de un estudio en el que se ha observado que las mujeres embarazadas que consumen al menos dos tazas de café al día tienen el doble de probabilidades de sufrir un aborto que las que no consumen nada de café.

El estudio, en el que participaron 1.063 mujeres embarazadas, mostró que las que tomaban al menos 200mg de cafeína al día tenían un 25% más de riesgo de aborto frete al 12% que presentaban las que evitaban todo tipo de cafeína, incluidos el té, los refrescos y el chocolate.

El aviso de los médicos de una de las organizaciones sanitarias privadas más importantes de los EEUU va más allá que las directrices introducidas por los funcionarios de sanidad del gobierno británico en el 2001, que recomendaban a las mujeres limitar su ingesta diaria de cafeína a 300mg.

La advertencia del gobierno se basaba en un repaso de la literatura científica existente llevado a cabo por la Food Standards Agency, en el que se observó un incremento en el riesgo cuando la ingesta de cafeína superaba los 300mg (tres tazas de café instantáneo) diarios durante las primeras 15 semanas de embarazo.

Ahora, «parece que 200mg al día es ya una dosis suficiente para incrementar el riesgo de aborto», señaló el Dr. De-Kun Li, epidemiólogo perinatal que dirigió el estudio en Kaiser Permanente, una fundación para la salud sin ánimo de lucro de California que dirige 32 hospitales. Según él, las mujeres deberían evitar la cafeína o, al menos, reducir su ingesta a menos de 200mg diarios durante las primeras 12 semanas de embarazo.

Los médicos estudiaron otros factores que se sabe afectan a la tasa de abortos, incluidos la edad, la renta, un historial de abortos y el consumo de alcohol o tabaco. En total, 172 mujeres sufrieron un aborto espontáneo, el 95% durante las primeras 15 semanas de embarazo.

Los resultados sugieren que incluso cantidades moderadas de cafeína incrementan el riesgo, aunque solo se confirmó en mujeres que consumían 200mg o más al día. No se observó ninguna diferencia dependiendo de si la cafeína provenía de café, té, chocolate o refrescos de cola.

Todavía no está claro por qué la cafeína afecta en el comienzo del embarazo, aunque se sabe que las mujeres embarazadas tardan más en procesarla y, por ello, puede atravesar la placenta y llegar al torrente sanguíneo del bebé.

Tracy Flanagan, director de salud de las mujeres de Kaiser Permanente, aconseja a las mujeres que se pasen a bebidas descafeinadas y a impulsores energéticos naturales como los paseos rápidos, el yoga o los frutos secos.

Fuente: The Guardian

18 de enero de 2008

Dieta meditarranea durante embarazo reduce el riesgo de asma


Un estudio demuestra que la dieta mediterránea reduce el riesgo de que los hijos desarrollen enfermedades como asma o alergias.

Según un artículo publicado esta semana por Reuters, investigadores griegos afirman que los hijos de las mujeres que durante el embarazo siguen una dieta mediterránea rica en frutas y vegetales son mucho menos propensos a desarrollar asma o alergias a lo largo de su vida. Además, según señalaron los investigadores para la revista Thorax, el consumo de vegetales más de ocho veces por semana, de pescado más de tres veces por semana y de legumbres más de una vez por semana parece impulsar más aún esta protección.

Probablemente sea la combinación de alimentos saludables con una serie de antioxidantes y nutrientes conocidos lo que marque la diferencia, aunque según Leda Chatzi, de la Universidad de Creta, y sus colegas, será necesario realizar más estudios para averiguar de qué modo funciona exactamente esta protección.
Los resultados aportan más pruebas acerca de los beneficios para la salud de una dieta mediterránea en la que priman los vegetales, el pescado y las grasas saludables como el aceite de oliva y el de canola.

Para llegar a estos resultados, los investigadores estudiaron a 468 mujeres embarazadas y, tras el parto, realizaron un seguimiento posterior de seis años y medio de duración a través de cuestionarios dietéticos.

Las madres proporcionaron información acerca de los síntomas alérgicos y respiratorios de sus hijos, a los que además se les hicieron pruebas de alergias y sibilancia recurrente.

Según se observó en el estudio, los hijos de las mujeres que habían seguido una dieta mediterránea de calidad tenían un 80% menos de probabilidades de padecer sibilancia recurrente, el síntoma más común del asma infantil, y un 45% menos de probabilidades de desarrollar alergias. Paralelamente, los hijos de las mujeres que habían consumido más carne roja mostraron un mayor riesgo de desarrollar estas afecciones, mientras que la dieta de los niños durante su etapa infantil pareció no influir.

Fuente: Reuters

15 de enero de 2008

Dieta y Fertilidad


Según una nota de prensa publicada por la Universidad de Harvard, las mujeres con una combinación de al menos cinco factores de estilo de vida, entre los que se incluye haber modificado aspectos específicos en sus dietas, presentaron un 80% menos de riesgo de infertilidad por trastornos ovulatorios en comparación con las mujeres que no siguieron ninguno de los factores. El estudio ha sido realizado por investigadores de la Harvard School of Public Health (HSPH).

“El mensaje clave de este trabajo es que unas elecciones dietéticas adecuadas y una cantidad de actividad física apropiada en la vida diaria pueden marcar una gran diferencia en la probabilidad de ser fértil en caso de tener problemas con la ovulación”, señaló Walter Willett, autor senior del estudio y jefe del Departamento de Nutrición de la HSPH. El autor principal es Jorge Chavarro, becario de investigación del Departamento de Nutrición de la HSPH.

Pulse aquí para visualizar un breve vídeo en el que los Drs. Willett y Chavarro explican los resultados fundamentales de su trabajo.

Los investigadores realizaron un seguimiento de un grupo de 17.544 mujeres casadas que habían participado en el Nurses’ Health Study II del Brigham and Women’s Hospital. El equipo ideó un sistema de puntuación sobre factores dietéticos y de estilo de vida que según estudios previos predecían la infertilidad por trastorno ovulatorio. Entre estos factores estaban: la proporción en la dieta de grasas (desde las monoinsaturadas a los ácidos grasos trans), el consumo de proteínas (de origen animal y vegetal), el consumo de carbohidratos (incluida la ingesta de fibra y el índice glicémico dietético), el consumo de productos lácteos (enteros y desnatados), el consumo de hierro, el consumo de multivitaminas, el índice de masa corporal (IMC: peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la altura en metros) y la actividad física.

Los investigadores asignaron una puntuación de uno a cinco, equivaliendo la máxima puntuación al menor riesgo de infertilidad asociado con los trastornos ovulatorios.

Las mujeres con las puntuaciones más elevadas consumieron menos ácidos grasos trans y azúcar de carbohidratos, más proteínas vegetales que animales, más fibra y hierro y más multivitaminas; además, tenían un IMC más bajo, hacían ejercicio durante largos periodos de tiempo a diario y, sorprendentemente, consumían más productos lácteos enteros. La relación entre una puntuación elevada en sus sistema de evaluación y un menor riesgo de infertilidad fue similar en diferentes subgrupos de mujeres, independientemente de su edad y de si habían estado o no embarazadas en el pasado.

Según Chavarro, al analizar qué sucedía con las mujeres que seguían uno, dos, tres, cuatro o más factores diferentes, se observó que, a medida que las mujeres empezaban a seguir más recomendaciones, su riesgo de infertilidad disminuía sustancialmente por cada una de las estrategias de estilo de vida o dietéticas que añadían. De hecho, se observó una diferencia en el riesgo de hasta seis veces entre las mujeres que seguían al menos cinco de los hábitos recomendados y las que no seguían ninguno.

Fuente Harvard University

14 de enero de 2008

El alto consumo de fruta y verdura reduce el riesgo de apoplejía


Según un artículo publicado esta semana en webmd.com, cada vez es más evidente que el consumo de gran variedad de frutas y vegetales ayuda a reducir el riesgo de apoplejía, aunque los motivos todavía no están claros.

En uno de los mayores estudios sobre el tema, investigadores de la Universidad de Cambridge midieron los niveles de vitamina C de más de 20.000 personas y posteriormente, realizaron un seguimiento de las mismas durante casi diez años. Los niveles de vitamina C suelen ser más elevados en las personas que consumen mucha fruta y vegetales.

Cuando los participantes se dividieron en cuatro grupos en función de sus niveles de vitamina C, se observó que los que presentaban las concentraciones más elevadas de vitamina en sangre tenían un 42% menos de riesgo de apoplejía que los que presentaban as concentraciones más bajas. Esta relación se mantuvo incluso tras ajustar los datos para una amplia variedad de factores de riesgo.

Según los investigadores, estos resultados no demuestran que sea la vitamina C de la fruta y los vegetales lo que protege frente a la apoplejía. Y la mayoría de los estudios han observado que el consumo de suplementos de vitamina C o de otras vitaminas antioxidantes no reduce el riesgo de apoplejía.

Sin embargo, el estudio indica una vez más que el consumo diario de fruta y vegetales puede tener beneficios cardiovasculares, señala Mark Levine, Doctor en Medicina del National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases.
No sabemos qué es exactamente lo que produce este efecto protector, pero el mensaje para el público está claro, señala Levine, se debe tomar una amplia variedad de fruta y vegetales.

En el ensayo, realizado en el Reino Unido y publicado en el último número de la revista American Journal of Clinical Nutrition, participaron un total de 20.649 hombres y mujeres de entre 40 y 79 años de edad al inicio del estudio. Durante el seguimiento posterior que duró una media de 9,5 años, 448 participantes sufrieron apoplejías.

El investigador jefe, Phyo K. Myint, y sus colegas sugieren que el aumento en el riegso de las personas con los niveles más bajos de vitamina C podría tener implicaciones clínicas. Concretamente, estos niveles podrían ser un buen indicador predictivo del riesgo de apoplejía, independientemente de otros factores de riesgo conocidos, como la edad, el historial de tabaco, la tensión arterial o el colesterol.

Fuente: WebMD

10 de enero de 2008

Cuatro hábitos sanos pueden añadir 14 años de vida


Un nuevo estudio afirma que las personas que adoptan estos cuatro comportamientos: no fumar, hacer ejercicio, moderar el consumo de alcohol y tomar cinco raciones de fruta y vegetales al día; viven un promedio de 14 años más en comparación con las personas que no adoptan ninguno de ellos.

En lugar de centrarse en efecto que tiene para la salud cada uno de estos factores a título individual, el estudio calcula el impacto combinado de estos cuatro comportamientos. Los resultados sugieren que ligeros cambios en el estilo de vida pueden tener un impacto importante en la salud de las poblaciones.

Existen pruebas apabullantes que demuestran que estilos de vida como el fumar o no, la dieta o la actividad física influyen en la salud y la longevidad de las personas, pero apenas existe información acerca de su efecto combinado. Para estudiar este efecto combinado Kay-Tee Khaw y sus colegas de la Universidad de Cambridge y del Medical Research Council utilizaron un sencillo sistema de puntuación del comportamiento de la salud para evaluar a los participantes del estudio (que eran de Norfolk, en el reino Unido). Entre 1993 y 1997, 20.000 hombres y mujeres de edades comprendidas entre 45 y 79, que no habían padecido cáncer ni enfermedades coronarias o circulatorias, rellenaron un cuestionario que se puntuaba del 0 al 4.

Se daba un punto por cada uno de los siguientes comportamientos: no ser fumador en ese momento; no estar físicamente inactivo (definiendo la inactividad física como tener un trabajo sedentario y no hacer ningún otro ejercicio como ocio); un consumo moderado de alcohol de 1-14 unidades por semana (equivaliendo una unidad a media pinta de cerveza o a una copa de vino); y unos niveles de vitamina C en sangre acordes con el consumo de cinco raciones de fruta y vegetales al día.

Posteriormente, se realizó un seguimiento de las muertes de los pacientes hasta el 2006.

Tras considerar el factor de la edad, los resultados indicaban que en un período medio de once años las personas con una puntuación de 0, es decir, las que no incluían ninguno de los cuatro comportamientos saludables en su estilo de vida, eran cuatro veces más propensas a morir que los que habían obtenido una puntuación de 4 en el cuestionario. Es más, los investigadores calcularon que una persona con puntuación 0 tenía el mismo riesgo de muerte que una con puntuación 4 y 14 años más vieja, independientemente de su clase social e índice de masa corporal. Este estudio forma parte de la European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC), llevada a cabo en diez países europeos, el mayor sobre salud y dieta realizado hasta la fecha.

Los resultados de este estudio todavía se han de confirmar en otras poblaciones y será necesario realizar análisis del modo en que estos comportamientos de salud combinados influyen en la calidad de vida de una persona. No obstante, los resultados sugieren que estos cuatro cambios sencillos en el estilo de vida podrían mejorar considerablemente la salud de las personas de mediana edad y los ancianos, algo especialmente importante teniendo en cuenta la tendencia al envejecimiento de la población en numerosos países europeos.

Fuente: Science Daily

19 de diciembre de 2007

Relación entre la obesidad y el cáncer


ScienceDaily.com informa esta semana sobre un nuevo estudio del George Institute for International Health, en Sydney, Australia que demuestra la existencia de una relación directa y clara entre la obesidad y el cáncer colorectal.

El informe, publicado el 14 de diciembre en la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers and Prevention, indica que los individuos obesos (con un Índice de Masa Corporal (BMI) >30 kg/m2) tienen un riesgo un 20% superior de desarrollar cáncer colorectal en comparación con los de peso normal (BMI < 25 kg/m2). El estudio indica también que en los hombres obesos el riesgo de cáncer es un 30% más elevado que en las mujeres obesas. Según los resultados del estudio, incluso unos cuantos kilos de más incrementa sustancialmente el riesgo de cáncer colorectal: el incremento del riesgo es de un 7% por cada 5kg de sobrepeso.

La Dra. Rachel Huxley y sus colegas del George Institute revisaron los datos de más de 70.000 pacientes en un análisis que incluía estudios de todo el mundo. El nuevo informe está relacionado con el último informe del World Cancer Research Fund, que también respalda la relación entre obesidad y cáncer. La principal recomendación del informe es: «Estar lo más delgado posible dentro del rango normal de peso corporal», que para un adulto medio debe ser un BMI de entre 21 y 23′. Las ocho recomendaciones incluidas en el informe se basan en unos hábitos saludables de alimentación, bebida y actividad física, enviando un mensaje directo de la relación entre la dieta y el riesgo de cáncer. «Aunque todavía están por aclarar los mecanismos que explican la relación entre el exceso de peso y el riesgo de cáncer, un número considerable de pruebas respaldan la idea de que la dieta y la actividad física desempeñan un papel importante», añadió la Dra. Huxley.

Finalmente, los autores concluyeron que, aunque un 20% es un riesgo considerable, estudios previos habían sugerido que la obesidad podía estar asociada con un riesgo de cáncer colorectal hasta un 30-60% superior, algo que según la Dra. Huxley, se trata de una sobreestimación. “No obstante, un 20% aún es una cifra considerable y envía un claro mensaje acerca de la necesidad de tener cuidado con lo que se come y hacer ejercicio físico”.

14 de diciembre de 2007

La obesidad podría debilitar nuestro sistema inmunológico


Según este artículo de The Guardian, una nueva investigación indica que la obesidad puede debilitar el sistema inmunológico del cuerpo y reducir su capacidad para combatir las infecciones.

Estudios previos han insinuado la existencia de una relación entre la obesidad y un aumento en el riesgo de infecciones bacterianas, pero apenas se ha investigado la gravedad de los efectos.

Sin embargo, ahora, se ha convertido en un tema urgente, puesto que la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas en muchos de los países desarrollados. En el Reino Unido, más de un quinto de los adultos son obesos y de la población restante, la mitad de los hombres y un tercio de las mujeres padecen de sobrepeso.

A nivel mundial hay aproximadamente unos 300 millones de obesos y la obesidad se ha relacionado ya con enfermedades coronarias, diabetes y muerte prematura.

En su experimento, los investigadores dirigidos por Salomon Amar, de la Universidad de Boston, infectaron ratones obesos con bacterias que causan enfermedad en las encías y observaron que, en comparación con los ratones delgados, los obesos mostraban un aumento de un 40% en la caída de dientes y pérdida ósea 10 días después de haber sido infectados.

Según los resultados de la investigación, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores de la Universidad de boston observaron que los ratones obesos tenían, además, más bacterias en sus encías que los ratones delgados, concluyendo que se debía a su incapacidad para organizar un ataque apropiado del sistema inmunológico contra las bacterias. De este modo, las bacterias podían perdurar en la boca y causar más daño.

Aunque no está claro qué es lo que hace que la obesidad afecte a la respuesta del sistema inmunológico, los investigadores sugieren que ganar peso puede afectar a un mecanismo corporal que reaccione a los organismos externos. Según ellos, el efecto podría tener consecuencias en muchas infecciones bacterianas.

28 de noviembre de 2007

Omega-3 protege contra Parkinson


Un estudio de la Universidad de Laval, supervisado por los investigadores Frederic Calon y Francesca Cicchetti, ha demostrado, por primera vez, que una dieta rica en ácidos grasos omega-3 protege el cerebro frente al Parkinson.

Este artículo de Sciencedaily explica que el origen del Parkinson está en la muerte progresiva de las neuronas responsables de la producción de dopamina, un neurotransmisor relacionado con el control del movimiento. La enfermedad se suele diagnosticar cuando entre el 50% y el 80% de estas neuronas ya están muertas y, actualmente, no hay ningún tratamiento que detenga el proceso, pero el descubrimiento del equipo de la Universidad de Laval podría ayudar a prevenir la enfermedad y, quizá, incluso ralentizar su progresión.

Los investigadores observaron que al alimentar a un grupo de ratones con una dieta rica en omega-3, éstos parecían inmunes al efecto del MPTP, un compuesto tóxico que causa el mismo daño cerebral que la enfermedad de Parkinson. Por el contrario, otro grupo de ratones alimentados con una dieta normal desarrolló los síntomas característicos de la enfermedad, con una disminución en el número de neuronas productoras de dopamina de un 31% y una caída del 50% en los niveles de dopamina.
Los análisis revelaron que los ácidos grasos omega-3 (concretamente, el DHA o ácido docosahexaenoico), habían reemplazado a los omega-6 presentes en el cerebro de los ratones, lo que según Calon, demuestra por una parte, la importancia de la dieta en la composición de los ácidos grasos del cerebro y, por otra, la tendencia natural del cerebro hacia los ácidos grasos omega-3.

Puesto que las concentraciones de otros tipos de omega-3 se mantuvieron iguales en ambos grupos de ratones, los investigadores sugieren que el efecto protector frente al Parkinson proviene, fundamentalmente, del DHA. Otra conclusión que se podría extraer es que un cerebro con muchos ácidos omega-6 constituye un terreno fértil para la enfermedad de Parkinson.

«En Norteamérica, la ingesta media de DHA está entre 60 y 80mg al día, mientras que los expertos recomiendan un mínimo diario de 250mg», señala Calon. «Nuestros resultados sugieren que esta deficiencia de DHA es un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad de Parkinson y que sería beneficioso evaluar el potencial de este omega-3 para la prevención y el tratamiento de la enfermedad en humanos».

La investigación ha sido publicada en línea en la revista especializada FASEB Journal, de la Federation of American Societies for Experimental Biology; no obstante, no se publicará en versión impresa hasta abril de 2008.

27 de noviembre de 2007

Excesivo azúcar afecta a las hormonas sexuales


Según un artículo publicado esta semana en ScienceDaily, un nuevo estudio señala que tomar demasiada fructosa y glucosa puede desactivar el gen que regula los niveles de estrógenos y testosterona activa en el cuerpo. El estudio, publicado este mes en la revista Journal of Clinical Investigation, refuerza la recomendación de consumir más carbohidratos complejos y evitar el azúcar.

La glucosa y la fructosa se metabolizan en el hígado, pero si hay demasiado azúcar en la dieta, el hígado la transforma en lípidos. Utilizando un modelo de ratón y cultivos de células hepáticas humanas, los investigadores descubrieron que el aumento en la producción de lípidos desactiva un gen llamado SHBG (globulina fijadora de las hormonas sexuales) y reduce la cantidad de proteína SHBG en sangre.

Esta proteína desempeña un papel fundamental en el control de la cantidad de testosterona y estrógenos disponible en el cuerpo. Si hay menos proteína SHBG, se liberan más testosterona y estrógenos por el cuerpo, lo cual está asociado con un incremento en el riesgo de acné, infertilidad, ovarios policísticos y cáncer uterino en mujeres con sobrepeso. Unas cantidades anormales de SHBG también alteran el delicado equilibro entre estrógenos y testosterona, que está asociado con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, especialmente en mujeres.

“Hemos descubierto que unos niveles bajos de SHBG en sangre implican un desequilibro en el estado metabólico del hígado, ya sea por una dieta inapropiada o por un problema en el hígado, mucho antes de que se manifieste cualquier síntoma de enfermedad”, señala el Dr. Geoffrey Hammond, principal investigador del estudio, director científico del Child & Family Research Institute de Vancouver, Canadá, y profesor del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de British Columbia.

“Con este nuevo descubrimiento, ahora podemos utilizar el SHBG como biomarcador para controlar que el hígado funciona bien antes de que aparezcan los síntomas”, señala el Dr. Hammond. “También podemos utilizarlo para determinar la eficacia de las intervenciones dietéticas y los fármacos destinados a mejorar el estado metabólico del hígado”.

Tradicionalmente, los médicos medían el SHBG en sangre para determinar la cantidad de testosterona libre de un paciente, información fundamental para diagnosticar trastornos hormonales. Además, los niveles de SHBG se utilizan para diagnosticar el riesgo de un individuo de desarrollar diabetes de tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Este descubrimiento descarta la anterior presunción de que demasiada insulina reduce el SHBG, una idea que surgió de la observación de que los individuos prediabéticos con sobrepeso tienen unos niveles elevados de insulina y bajos de SHBG. Este nuevo estudio demuestra que la insulina no es la responsable, sino el metabolismo del azúcar por parte del hígado.

23 de noviembre de 2007

Preservación de omega-3 con oregano y extracto de romero


Según este artículo publicado esta semana en foodnavigator.com, una nueva investigación estadounidense sugiere que los extractos de orégano y romero podrían ampliar la vida útil del aceite de pescado rico en omega-3.

Es muy difícil incorporar el aceite de pescado a otras fórmulas debido a que es altamente susceptible de oxidación. El resultado es un olor y sabor a pescado que puede ser desagradable para los consumidores.

Por otra parte, para ayudar a la gente a tomar omega-3 y, especialmente a los que tienen aversión al pescado, los fabricantes de fórmulas han estado buscando una solución a sus problemas de estabilidad con el fin de sacar al mercado productos con dichas propiedades, pero en los que el aceite resulte imperceptible.

En su estudio, publicado en la revista Journal of Food Science, los investigadores de la Universidad Estatal de Louisiana comprobaron la eficacia de extractos de metanol de orégano y romero, en diferentes concentraciones, para retardar la oxidación de los ácidos grasos omega-3 EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico) en aceite de lacha.

Los extractos se añadieron en concentraciones de 0%, 1%, 2,5% y 5% y se realizó un estudio de envejecimiento acelerado al aceite calentándolo a 150º Celsius durante 30 minutos o incubándolo a 60º Celsius durante cinco días.

En el aceite sometido a 150º Celsius sin extractos de hierbas, solo se mantuvieron en el aceite de pescado un 15,9% de DHA y un 18,5% de EPA. En el caso del aceite incubado a 60º Celsius durante cinco días sin extractos de hierbas, se oxidaron todo el EPA y el DHA.

Sin embargo, con la adición de un 1% y un 5% de extracto de orégano, el aceite mantuvo un 39% y un 66%, respectivamente, del contenido original de DHA; y un 45% y un 69%, respectivamente, del contenido original de EPA.

En el caso del romero, las mayores retenciones de DHA (57%) y EPA (58%) en el aceite de pescado se observaron para una concentración de 2,5%. La misma concentración de romero produjo también los mejores resultados tras la incubación de cinco días a 60º Celsius, manteniéndose un 88% de los contenidos originales de DHA y EPA.

Según estos resultados, el extracto romero funciona mejor a temperaturas más suaves, mientras que a temperaturas elevadas es mejor el extracto de orégano. «Así, para la conservación de los alimentos el extracto de romero puede ser más eficaz que el de orégano», señalaron los investigadores. «Sin embargo, a temperaturas de cocción, más elevadas, los antioxidantes del extracto de orégano son más estables y resistentes que los del de romero».

En España desde hace ya un par de años la empresa española Frial es pionera en Europa en incorporar omega-3 y romero en sus productos (ver Productos cárnicos saludables) a través de su patente Vidalim.