Omega-3, Omega-6 y vitamina E contra la enfermedad motoneurona

1 de mayo de 2006

La enfermedad motoneurona, conocida como MND, es una enfermedad que afecta al cerebro de tal forma que paulatinamente causa la muerte de las motoneuronas lo que impide que funcione con normalidad los músculos. No se sabe la causa, no existe remedio y las personas que desarrollan esta enfermedad tienen unas expectativas de vida de tan solo 2 a 5 años. El famoso físico Stephen Hawkins (ver la foto de la izquierda) padece MND.

Una noticia publicada en Food navigator.com recoge los resultados de un nuevo estudio publicado este mes en la versión digital del Journal of Neurology (doi: 10.1136/jnnp.2005.083378), que indican que una alimentación rica en ácidos grasos poliinsaturados (omega-3 y omega-6) y vitamina E podría reducir el riesgo de desarrollar MND. El estudio ha sido realizado por unos científicos del Centro de Medicina de la Universidad de Utrecht que investigaron la alimentación de 132 personas que sufrían un tipo de MND llamado Esclerosis lateral amiotrófica (conocido por las siglas ALS según el término en inglés) y compararon sus hábitos alimentarios con los de 220 personas que no sufrían la enfermedad. Se evaluaron la alimentación de los participantes mediante una encuesta con 104 preguntas.

Según los resultados del estudio, el consumo de vitamina E y ácidos grasos poliinsaturados era mucho más bajo en los enfermos de ALS, mientras que aquellas personas que consumían más de 32 gramos de ácidos grasos por día tenían un 60 por cien menor riesgo de desarrollar ALS que aquellas personas que consumían menos de 25 gramos de omega 3 o omega 6 al día.

El equipo de Utrecht ahora pretenden ampliar sus investigaciones a un segmento más amplio de la población. No obstante afirman que estos primeros resultados parecen subrayar otros estudios que indican que el ácido graso omega-3 ácido alfa-linoléico protege a las neuronas, mientras que otro ácido graso esencial, el ácido docosahexaenoico, actua en la membrana de las canales de iones en el cerebro, facilitando los cambios de forma e intercambio de señales . Los investigadores creen que la vitamina E, por otra parte, inhibe la peroxidación lípida que conlleva al estrés oxidativo.

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