Los triglicéridos son simplemente tres ácidos grasos unidos a un esqueleto de glicerol, y son la forma más común de lípidos en la dieta (grasas y aceites) y en nuestro cuerpo (grasa corporal).
Cada vez que consumimos más kilocalorías procedentes de hidratos de carbono, proteínas, grasas o alcohol de las que podemos utilizar, nuestro cuerpo convierte esos nutrientes en triglicéridos y los almacena en nuestro tejido graso (tejido adiposo). Nuestros cuerpos están en el «negocio del almacenamiento de grasa», porque las grasas son ricas en kilocalorías y extremadamente ligeras, lo que las convierte en el alimento perfecto para almacenar. Cuando necesitamos combustible entre comidas, utilizamos una mezcla de azúcar en sangre y triglicéridos almacenados.
Sin embargo, cuando los niveles de triglicéridos en sangre suben, también aumento el riesgo de una persona de desarrollar cardiopatías, infartos, accidentes cerebrovasculares y pancreatitis. Aunque la genética puede desempeñar un papel, otros factores como la dieta y el estilo de vida pueden incrementar significativamente los triglicéridos; en ellos se incluye comer en exceso en las comidas y consumir alcohol y hidratos de carbono refinados (azúcar, refrescos, café e infusiones azucaradas, ponche, galletas, tartas, pasteles, rosquillas, frutas congeladas edulcoradas o frutas enlatadas en almíbar, pan, magdalenas, tortitas, roscas de pan y pasta hecha con harina enriquecida y refinada, arroz blanco, galletas saladas, patatas fritas y cereales azucarados).
Las mejores estrategias relacionadas con la dieta para reducir los triglicéridos incluyen hacer comidas más pequeñas y frecuentes para evitar comer en exceso, reducir / eliminar el alcohol y tomar cereales integrales, fruta, verduras y alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 (entre los que se incluyen pescados como el salmón, la caballa, el arenque, la trucha de lago y las sardinas, el aceite de canola, las semillas de lino y las nueces).