Según algunos estudios recientes, muchos consumidores relacionan una alimentación sana con cierto poder adquisitivo, pero seguir una dieta sana y equilibrada no significa que siempre necesitemos comprar los alimentos más caros. Tampoco hace falta que nos pasemos a unos alimentos menos saludables, porque sus precios resultan tentadores, pero que apenas tienen ningún valor nutricional.
Basta con hacer unos pequeños cambios en nuestro estilo de vida diario para comer sano al mismo tiempo que ahorramos dinero y reducimos los restos de comida que tiramos. A continuación indicamos algunas comidas que son saludables, sabrosas y, sobre todo, no nos llevarán a la bancarrota.
Alimentos congelados: Guardar un suministro de fruta y vegetales congelados en el refrigerador. Suelen ser más baratos que los frescos, y contienen los mismos nutrientes porque normalmente se congelan directamente después de la cosecha por lo que también contabilizan para la cantidad diaria recomendada de vitaminas. Además, podemos tomarlos cuando queramos; no se estropean, por lo que no hay que tirarlos.
Elimentos en latas: El pescado azul en lata, como las sardinas o el salmón, puede ser más barato que comprar pescado fresco y contiene los ácidos grasos omega-3, buenos para el corazón. Además, es fácil de preparar y se puede almacenar durante bastante tiempo. Elegir los enlatados al natural (en agua) para mantener la sal al mínimo.
Almacenar alimentos básicos en la despensa: Los tomates y habas en lata y las legumbres secas son baratos y nutritivos. No hay que limitarse, ya que existe una amplia variedad para elegir, todas ellas fantásticas para guisos o ensaladas.
Elegir fruta y vegetales de temporada: La fruta y los vegetales frescos son más baratos y tienen mas sabor cuando están en temporada. Las sobras se pueden convertir en una sabrosa puré de verduras, sopa fria o, en el caso de la fruta, sorbetes o macedonia. Las frutas muy maduras también se pueden utilizar para hacer batidos o smoothies.
Llevarse la comida al trabajo hecha en vez de comer en bares o restaurantes: No solo ahorraremos dinero, sino que además, sabremos qué comemos. Se puede preparar muchas cosas el dia anterior, desde una ensalada de pasta o legumbres o una tortilla hasta unos muslos de pollo hechos al horno. Si disponemos de microondas en el trabajo, la lista de posibilidades es interminable.
Desayunar avena: El desayuno es importante ara empezar el día y los copos de avena constituyen una fantástica elección. Son baratos y no tienen sal ni azúcares añadidos. Se pueden tomar calientes al estilo porridge o mezclar con yogur natural desnatado y un poco de manzana rallada y canela. También se puede hacer muesli casero que resulta mucho mas barato que las versiones comerciales.
Calcular las cantidades antes de preparar las comidas: Tener cuidado con el tamaño de las raciones e intentar no cocinar más de lo necesario. Medir los alimentos como la pasta o el arroz antes de cocinarlos en lugar hacer conjeturas con las porciones. No solo es bueno para ahorrar dinero, sino que también es mejor para la línea
Recurrir a la cocina italiana: La pasta es otro de los alimentos básicos de alacena que sacia y es barato. Se puede utilizar en muchos platos diferentes, desde espaguetis, lasaña y macarrones hasta una sopa minestrone. Elegir la versión integral cuando sea posible.
Comprar en el mercado: La fruta y los vegetales frescos pueden ser más baratos si los compramos en el mercado de la zona en lugar de en el supermercado. Seleccionando productos frescos sueltos, podemos comprar una mayor variedad de fruta y vegetales y reducir al mismo tiempo los desperdicios.