Un estudio preliminar indica que una reducción modesta en la cantidad de hidratos de carbono ingeridos, sin restricción calórica ni pérdida de peso, parece incrementar la sensación de saciedad, ayudando a la gente a comer menos. Los resultados se han presentado en la 91 reunión anual de la Endocrine Society, celebrada en Washington, D.C.
“Ha habido un gran interés público en las dietas bajas en carbohidratos para adelgazar, pero son difíciles de mantener, en parte debido a la drástica reducción de hidratos de carbono”, señaló la coautora del estudio, la Doctora Barbara Gower, profesora del Departamento de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Alabama en Birmingham.
En este estudio, financiado por el National Institutes of Health, Gower y sus colaboradores investigaron si una reducción moderada de hidratos de carbono potenciaría la sensación de saciedad más que un nivel de hidratos de carbono comparable al de la típica dieta estadounidense.
Según Gower, en una dieta estándar estadounidense, el 55% de las calorías consumidas diariamente proceden de hidratos de carbono: azúcares, féculas y fibra. Por ello, en la dieta de control utilizada en el estudio, un 55% de las calorías diarias procedían también de hidratos de carbono, en contraste con su “dieta moderada en carbohidratos”, en la que solo el 43% de las calorías procedían de los hidratos de carbono. La dieta moderada en carbohidratos tenía más grasa que la dieta de control –un 39% frente al 27% de las calorías–, de modo que la ingesta de proteínas podía tener el mismo porcentaje. Los investigadores hicieron coincidir la ingesta de proteínas en ambas dietas (18% de las calorías) porque las proteínas pueden influir tanto en la saciedad como en la secreción de insulina.
Los autores asignaron la dieta moderada en carbohidratos a 16 adultos y la dieta estándar a 14 adultos durante un mes. Los sujetos recibieron suficientes calorías como para mantener su peso igual al de antes de iniciar el estudio. Durante el estudio se pesó a los participantes semanalmente, y si uno de ellos ganaba peso o lo perdía, se modificaba individualmente la cantidad de alimentos para que el peso continuara siendo el mismo. Una vez que los sujetos se adaptaron a la dieta durante 4 semanas, tuvieron que pasar una comida de prueba, un desayuno específico de su dieta.
Cuando se digieren, los hidratos de carbono se transforman en azúcar. Antes y después de la comida de prueba, los investigadores midieron los niveles de insulina y de glucosa circulante de los sujetos y les pidieron que valoraran su hambre o saciedad. Se evaluaron la respuesta de insulina a una comida y los niveles de azúcar en sangre debido a que unos niveles más bajos de insulina y unos niveles estables de azúcar en sangre pueden contribuir, según Gower, a una mayor sensación de saciedad.
Su investigación mostró que, incluso sin haber pérdida de peso, una reducción moderada de hidratos de carbono en la dieta fue suficiente para bajar la insulina y estabilizar el azúcar en sangre después de una comida. Las valoraciones de la sensación saciedad fueron más altas en el grupo de la dieta moderada en carbohidratos antes de tomar el desayuno y se mantuvieron durante más tiempo después, en comparación con los participantes de la dieta estándar.
Según Gower: “A largo plazo, una reducción moderada y continuada de la ingesta de carbohidratos puede ayudar a reducir el consumo energético y facilitar el adelgazamiento”.
Fuente: Newswise