Según un artículo publicado este mes en ScienceDaily, un nuevo estudio indica que una dieta baja carbohidratos cambia el metabolismo energético hepático. Cuando se restringen los hidratos de carbono, el hígado depende más de sustancia como los aminoácidos y el lactato para formar glucosa, en lugar de glicerol.
A lo largo de los últimos 30 años, la población estadounidense ha reducido su consumo de grasa e incrementado el de carbohidratos. Durante el mismo período de tiempo, la obesidad se ha ido incrementando junto con la prevalencia de la enfermedad hepática metabólica en la que los depósitos de grasa en el hígado pueden conducir a inflamación, fibrosis y cirrosis. Algunos indicios sugieren que una dieta rica en hidratos de carbono conduce a la formación de grasa en el hígado, pero ha sido difícil confirmar la asociación.
Para entender mejor la producción de energía hepática y la formación de glucosa entre varios tipos de dietas, los investigadores dirigidos por Jeffery Browning, del Southwestern Medical Center de la Universidad de Texas midieron las fuentes de glucosa hepática y del flujo del ciclo del ácido tricarboxílico (TCA), también denominado ciclo de Krebs, en sujetos con un peso equilibrado y en sujetos que seguían una baja en carbohidratos o de restricción calórica.
Los investigadores reclutaron a 14 sujetos con unos índices de masa corporal entre 25 y 35, y los dividieron en dos grupos de siete, combinándolos por edad, IMC, género y etnia. También incluyeron siete sujetos delgados (IMC < 25) para utilizarlos como grupo de comparación de peso equilibrado.
Los grupos con un IMC elevado siguieron o bien una dieta baja en carbohidratos o una de restricción calórica durante 14 días, mientras que el grupo de peso equilibrado continuó con su dieta habitual. Todos los sujetos fueron sometidos posteriormente a un estudio metabólico durante la noche en el que los investigadores valoraron simultáneamente las rutas metabólicas de la producción de glucosa hepática y del ciclo del TCA.
En el grupo del peso equilibrado, que consumía carbohidratos como una proporción importante de su dieta, el ciclo del TCA por sí solo proporcionó suficiente energía como para activar la formación de glucosa. «Esto no sucedió en los individuos que seguían la dieta baja en carbohidratos», señalaron los autores.
Las restricción de carbohidratos incrementó el índice de glucosa formado utilizando lactato o aminoácidos (GNGpep). «Esto sugiere que en sujetos humanos en ayuno que están sufriendo una pérdida de peso, la elevada gluconeogénesis asociada con la restricción de carbohidratos es activada por sustratos como el lactato o los aminoácidos», señalaron los autores. A pesar de ello, el ciclo del TCA en el grupo que seguía la dieta baja en hidratos de carbono fue similar al del grupo con la dieta baja en calorías, lo que indica tasas similares de generación de energía.
En contraste con informes previos, el presente estudio mostró una producción de glucosa hepática similar entre los distintos grupos alimentarios.
«Esta observación recuerda la ‘ autorregulación hepática’ por la cual la producción de glucosa endógena permanece inalterada en un entorno de glicogenólisis o gluconeogénesis alterada debido a que ambas vías tienden a compensarse entre sí», señalaron los autores.
«Hemos mostrado que las fuentes a partir de las cuales se produce la glucosa endógena dependen de la composición de macronutrientes alimentarios», escribieron los autores, quienes sugieren que el cambio en el metabolismo de la glucosa asociado con una dieta baja en carbohidratos podría ser beneficioso en individuos con enfermedad hepática grasa no alcohólica (NAFLD) debido a una mejor eliminación de la grasa hepática.
En conclusión, estos resultados pueden explicar en parte la correlación existente entre el consumo de carbohidratos y la gravedad de la enfermedad hepática en individuos con NAFLD.
Fuente: Science Daily