Según un artículo publicado esta semana en kvue.com, una nueva investigación realizada por científicos de Dallas y Boston sugiere, que la hormona FGF21, recién descubierta, podría ayudar al cuerpo a cambiar su fuente de energía, de azúcar a grasa.
Los resultados de esta investigación podrían explicar algunos aspectos del éxito de las dietas bajas en carbohidratos, ofrecer nuevas ideas para la elaboración de fármacos para perder peso y, algún día, ayudar a los médicos a recomendar planes de alimentación personalizados y diseñados científicamente.
Sin embargo, los investigadores advierten que el estudio se ha realizado únicamente en ratones de laboratorio. La cuestión ahora es cómo aplicarlo a los humanos.
Los científicos de Dallas y Boston ya sabían que la hormona FGF21, que se produce en el hígado, ayudaba a reducir el peso, el colesterol y los niveles de lípidos en sangre, pero desconocían cómo funcionaba. Para averiguarlo, los científicos de Dallas, dirigidos por Steven Kliewer y David Mangelsdorf del UT Southwestern Medical Center, estudiaron la hormona en ratones alimentados y en ayuno. El ayuno hizo que los niveles de la hormona se disparasen al alza; posteriores experimentos indicaron el disparador bioquímico de la hormona. Los científicos observaron también que la hormona envía señales al hígado para quemar la grasa almacenadas en otros sitios del cuerpo.
Los científicos de Boston observaron que tanto el ayuno como una dieta rica en grasa y baja en carbohidratos incrementaban los niveles de FGF21. Según la Dra. Eleftheria Maratos-Flier, investigadora del Beth Israel Deaconess Medical Center que dirigió el estudio de Boston, al contrario de lo que pueda parecer en un principio, esto tiene sentido. La relación entre ambos estados es que «si ayunas, dependes de la grasa almacenada», señala, y «si sigues una dieta rica en grasa y baja en carbohidratos, dependes de la grasa».
Los artículos que describen la investigación de ambos grupos se han publicado en el último número de la revista Cell Metabolism.
El siguiente paso, según la Dra. Maratos-Flier, es comprobar si esto se cumple también en las personas. En caso de ser así, la hormona explicaría por qué las personas que siguen dietas bajas en carbohidratos no tienen unos niveles extremadamente elevados de grasa en el torrente sanguíneo; se debería a que la hormona se asegura de que se queme la grasa.
Según los científicos, los efectos de estos estudios todavía están muy lejos, ya que todavía están empezando los estudios con humanos. Algunas de las muchas líneas de trabajo incluirán comprobar el efecto de la hormona en las personas, ver si es posible utilizar la hormona como lector biológico del estado metabólico de una persona y si esta nueva información puede ayudar a diseñar dietas con una base científica. También se investigará si esta hormona u otras moléculas relacionadas se pueden convertir en medicamentos para perder de peso o disminuir los niveles de lípidos en sangre.
Fuente: Kvue