Cuando nos acercan un plato de jamón, solo con el aroma que desprende, decimos que alimenta. Para reconocer si se trata o no de un buen jamón ibérico, debemos tener en cuenta algunas características. Por lo general, una buena pieza de jamon ibérico se reconoce por:
- Una pezuña oscura – negra
- Caña estilizada, alargada, fina y sin pelos
- Siempre es más largo que ancho.
- El corte es en forma de uve de pernil, si tiene otra forma no será ibérico
- Si presionamos el jamón, es blando, los dedos se hunden.
- No debe pesar menos de 6 kg ni más de 8Kg
- La curación, se mira en la etiqueta, debe estar entre los 20 y 28 meses.
- Una vez abierto, debido a la cantidad de alimentación rica en bellota, observamos vetas blancas de grasa en las lonchas.
- La sal, para saber si es de calidad o no, tenemos que saber que el contenido de sal no debe ser demasiado alto.
- La dulzura, provocada por la cantidad de aminoácidos que ha consumido el cerdo. Durante el proceso de curación no se emplean azúcares, pero durante la maduración se dan reacciones que desencadenan en esta sensación dulce, por lo que, la dulzura es una clave de calidad.
- Amargor. Un buen jamón ibérico no debe ser demasiado amargo. Pues, si es muy amargo, significa que el tiempo del proceso de curación ha sido corto o que la temperatura a la que se ha secado ha sido baja.