Esta semana se celebra la Feria de Turismo de Madrid (FITUR), y ¡qué mejor manera de viajar que desde los fogones! De hecho, una de las principales razones por las que viajan los españoles fuera de nuestras fronteras es por probar la gastronomía local, y estas tradiciones culinarias que tanto nos atraen tienen su origen en la cocina casera.
Así que hoy os traemos algunos platos tradicionales que forman parte del patrimonio culinario de varios países del mundo, y algunos apuntes y anécdotas sobre su origen y los sabores que han llegado a nuestros días.
Sopas “reconfortantes”
Las sopas de verduras y legumbres están muy presentes en las tradiciones culinarias de todo el mundo. Por ejemplo como la Fasolada, que se remonta a la antigua Grecia, es uno de estos platos, una densa sopa de alubias con tomate, zanahoria y apio, que se popularizó en la Segunda Guerra Mundial por la escasez de carne y la necesidad de contar con platos contundentes. Algo similar sucede con la Ribollita, una delicia italiana humilde, de origen campesino, que se cocinaba en grandes cantidades para recalentar y comer de un día para otro, durante la semana. Y si alguien sabe de sopas “reconfortantes” y sabrosas, esos son los países asiáticos: la Sop Buntut, o sopa de caldo de buey indonesia es también un plato muy popular, con tantas variantes como casas hay en este país, y que consigue su particular gusto gracias a las zanahorias, patatas, cebolla, ajo y mantequilla, combinadas con muchas especias como canela, clavo, nuez moscada y pimienta.
Guisos y arroces llenos de sabor
Cada país consigue imprimir su sello de sabor particular con ingredientes locales que son cada vez más fáciles de conseguir en España. El caldo de bonito, el sake dulce y la salsa de soja, ahora muy comunes en tiendas de alimentación españolas, son la base de la salsa para preparar Ohitashi japonés, una ensalada templada de hojas verdes blanquedas e inficionadas, con un ligero toque encurtido, que también se prepara en China y Corea a diario .
También la mezcla de cinco especias chinas (anís estrellado, hinojo, canela, clavo de olor y pimienta de Sichuan), que son el aliño principal del Lurou Fan o arroz taiwanés con cerdo a la brasa, se puede comprar en muchos supermercados y grandes superficies españolas. Y para preparar esta receta tan popular en todos los hogares de Taiwán, solo hay que usar estas especies para guisar, a fuego lento, panceta de cerdo con salsa de soja para conseguir el gusto agridulce tan particular de este plato, y que combina tan bien con arroz.
Y si nos vamos al otro lado del mundo, en Argentina, podemos encontrar una receta de origen precolombino, festiva y muy casera, que hoy podemos preparar en cualquier cocina del mundo: el Locro Criollo. Este guiso tradicional quechua es una combinación de alubias y maíz, verduras como cebolla, patata, calabaza, apio y puerro, con carnes y embutidos de cerdo en una salsa picante, que cuece a fuego lento durante horas.
Pasteles y galletas con historia
La panadería y bollería también refleja muy bien la historia y las tradiciones gastronómicas de los países del mundo; y para demostrarlo, tenemos dos ejemplos. Uno de los pasteles más tradicionales de Rusia, el Rasstieghai, es una institución en este país: estas tartaletas tradicionales en forma de barco. Es una especialidad muy antigua y popular, que debe su nombre a una canción con el mismo título, interpretada por una cantante gitana de Moscú, Katya, sobre un vestido ligero con botones. Su forma recuerda a un ojal y se consigue con una masa de mantequilla con rellenos salados de ave, verduras, carne o pescado, de hecho, su versión con relleno de pescado es uno de los platos favoritos del primer ministro ruso, Vladimir Putin.
Las Pierniczki, o galletas de jengibre polacas, tan típicas del invierno, tienen su origen en una historia muy conocida de este país. En Torun, la ciudad natal del de Nicholas Copernicus, una conocida pastelera local, algo achispada por tomar aguamiel, un antiguo licor medieval, cometió el error de añadir miel y especias a una receta de pan que estaba elaborando, dando lugar a esta preparación de forma accidental. Tal es la tradición, que la ciudad cuenta con un museo dedicado a este postre.
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