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La combinación de una dieta equilibrada y la práctica de deporte puede ayudar en la prevención de la enfermedad cardiovascular. 


El mantenimiento de un peso corporal saludable y un contenido en grasa corporal adecuado son, probablemente, los principales factores protectores frente a la enfermedad cardiovascular.

La obesidad es una de las causas de la enfermedad cardiovascular, posiblemente por el tipo de ácidos grasos y otras sustancias predominantes en el tejido adiposo, así como la cantidad total de grasa acumulada y su distribución corporal. Más en concreto, la obesidad se relaciona con alteraciones de los lípidos plasmáticos, la presión arterial y la intolerancia a la glucosa. De hecho, en personas obesas la pérdida de peso se relaciona con una ligera mejora de estos parámetros: mejora en los niveles de lípidos, disminución de la presión arterial y reducción de la glucemia. 

La actividad física y el deporte también juega un papel importante en la protección frente a la enfermedad cardiovascular. La práctica regular de deporte puede ayudar a aumentar el colesterol bueno (HDL), reducir los triglicéridos sanguíneos, mejorar la circulación, aumentar la sensibilidad a la insulina y reducir el riesgo de hipertensión y obesidad. 

La práctica de deporte aeróbico de forma regular, unas 2 ó 3 veces por semana durante unos 30-45 minutos, en combinación con un dieta equilibrada y saludable disminuye el riesgo de enfermedad cardiovascular


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