- La salud y el bienestar se consiguen a través de la dieta y de la práctica de deporte de forma habitual.
- La obesidad es uno de los principales problemas nutricionales en los países desarrollados, y se asocia a un aumento del riesgo de sufrir diversas enfermedades.
- La práctica habitual de ejercicio físico aeróbico suave ayuda a quemar grasa y a aumentar la masa muscular, lo que eleva el metabolismo basal.
Obesidad: qué es la obesidad y cuáles son los principales factores de riesgo
La obesidad se trata de un exceso de grasa, general o localizada, que se manifiesta con un peso elevado. No se incluye en este término a las personas con un peso elevado por su mayor contenido de masa muscular o por la retención de líquidos.
Aunque puede deberse a factores genéticos o metabólicos, entre otros, lo más común es que se deba a un balance positivo de energía, es decir, a un consumo de energía superior al gasto. Por tanto, las causas más frecuentes de obesidad son:
- Obesidad por escaso gasto energético. Es la obesidad asociada a una vida sedentaria, con poca actividad física o deporte.
- Obesidad por elevada ingesta energética. Es la obesidad debida a un exceso del consumo calórico, produciéndose cuando la ingesta calórica supera al gasto. Se puede comer en exceso o, simplemente, comer mal, es decir, elegir mal los alimentos consumidos.
Si se sigue una dieta adecuada, y se complementa con la práctica de deporte, será más fácil reducir el peso corporal, y con el tiempo, alcanzar y mantener un peso saludable. Además, la dieta hipocalórica no acompañada de la práctica de deporte disminuye tanto la grasa corporal como la masa magra, lo que lleva a una disminución del metabolismo basal, y con ello, resultará más difícil la pérdida de peso y aumentará la posibilidad de recuperar fácilmente el peso perdido.
La práctica habitual de ejercicio físico aeróbico favorece el mantenimiento del balance energético, ayudando a quemar grasa y a aumentar la masa muscular, que eleva el metabolismo basal. Por otra parte, el ejercicio suave, prolongado y habitual ayuda a quemar más grasa y menos glucógeno, por lo que resulta muy útil en el control de peso para combatir la obesidad. Idealmente, debería realizarse deporte todos los días, por lo menos durante una hora a una intensidad adecuada, de forma que no debería resultar tan duro como para que al hablar sienta falta de aire. También puede resultar beneficioso intercalar deportes aeróbicos con deportes de fuerza, pues de esta forma se asegura el aumento de la masa muscular, que aumenta el metabolismo basal y, por tanto, ayuda en la pérdida de peso.
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