Dieta y cáncer

23 de diciembre de 2013

Alimentación y cáncer 

Importancia de la dieta en el paciente oncológico

Según la evidencia científicas, entre un 30 y un 80% de los pacientes con cáncer padecen una desnutrición energética y proteica. En el momento del diagnóstico de la enfermedad entre el 15 y el 85% de los pacientes han perdido más de un 10% de su peso corporal.

El cáncer puede interferir en la ingesta de alimentos, en su digestión, en su absorción y puede producir trastornos metabólicos que interfieran en la correcta utilización de los nutrientes. Las alteraciones van a depender mucho del tipo y localización del tumor, de lo avanzado de la enfermedad y de los efectos secundarios derivados del mismo tratamiento.

La malnutrición energética y proteica conduce a una alteración de la composición corporal y de las funciones de órganos y sistemas. Es muy habitual la alteración del sistema inmunológico, esto favorece la aparición de infecciones, sobre todo  después del tratamiento con quimioterapia.

Además la inadecuada síntesis de proteínas impide la cicatrización de los tejidos dañados por la cirugía o por el propio tratamiento. La pérdida de músculo ocasiona disminución de la capacidad de movimiento del paciente y cansancio. Y el ayuno por falta de apetito o cansancio, potencia el ánimo depresivo.

Por ello es tan necesario e importante una adecuada alimentación del paciente oncológico durante el proceo que la enfermedad conlleva.

Principales objetivos de las recomendaciones nutricionales

  • Evitar la desnutrición del paciente.
  • Mejorar la tolerancia al tratamiento y favorecer que este se pueda llevar a cabo en los periodos establecidos.
  • Mejorar la calidad de vida del paciente.
  • Favorecer la recuperación.

Para conseguir estos objetivos la alimentación debe ser personalizada, adaptada a las necesidades individuales, suficiente, con elevada cantidad de nutrientes, fácil de ingerir, que mejore los síntomas concretos de cada paciente y evite la saciedad precoz.

Recomendaciones dietéticas generales.

La principal fuente de energía deben ser los hidratos de carbono complejos, los encontramos en cereales, pastas y arroces principalmente integrales. La digestión y el vaciado gástrico de estos alimentos es más rápido que con las grasas además causan menor sensación de plenitud y permiten comidas más frecuentes.

El aporte de grasas es una gran fuente de energía con pequeño volumen, que mezclada con otros nutrientes aumenta su valor y mejora su sabor y resulta más agradable (la palatabilidad). Se recomienda usar preferiblemente aceite de oliva crudo como principal fuente de grasa.

Las proteínas deben ser de alto valor biológico, en forma de lácteos, huevos, pescados y aves o carnes magras para facilitar la digestión y evitar la saciedad.

Se deben ingerir frutas y verduras crudas en abundancia para cubrir el aporte de vitaminas y minerales necesarios. La variedad conseguirá asegurar el aporte necesario.

Existen otro tipo de modificaciones dietéticas que dependeran de los síntomas específicos de cada paciente, así como del tipo de tumor y de su tratamiento. Los síntomas más usuales que pueden mejorar con modoficaciones dietéticas son: anorexia o falta de apetito, alteraciones en el gusto y el olfato, nauseas y vómitos, dificultad para masticar y tragar; y diarrea y estreñimiento. Cada uno de estos síntomas y su tratamiento dietético se tratará de modo individual y con profundidad en próximas publicaciones.

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